Salmo 1

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El que da inicio al profético libro de los Salmos es uno de los salmos más breves que integra dicha colección. Sus palabras constituyen un testimonio acerca del plan de Dios —el cual subyace en todo el texto y cuya contraparte es el consejo de los malignos, mencionado al comienzo del mismo— y ofrecen algunas claves para distinguir a quienes transitan los días de su vida en una forma que les dará una amplia entrada en la dicha del reino de Dios, cercano ya a manifestarse visiblemente, de aquellos que se conducen siguiendo solamente el dictado de sus sentidos humanos.


 

Dichoso el varón [1] que no se condujo según el consejo [2] de los malignos, ni se detuvo [3] en la conducta de los pecadores ni se sentó en compañía de los que se mofan [4] , sino que su deleite está en la instrucción de Yahweh y en su instrucción medita de día y de noche. Pues será como un árbol plantado junto a las corrientes de agua —que da su fruto en su tiempo y cuya hoja no se marchita— y todo aquello que haga prosperará.

No así los malignos, ya que son como la paja a la que el viento dispersa. Por ello, los malignos no saldrán bien parados [5] en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos.

Y es que Yahweh hace distinción [6] de la senda de los justos, por lo que la senda de los malignos se desvanecerá. [7]

 

Notas

[1] האיש. A lo largo de los escritos que componen el Antiguo Testamento, este término suele alternarse con גבר, con el cual guarda un sentido afín. ¿Cuál es, entonces, la diferencia entre uno y otro? La misma es bastante sencilla. Sucede que mientras que el segundo está conformado de una raíz cuyo sentido resalta el vigor o la valentía —algo análogo a la virtus latina, la cual, de hecho, proviene de vir, «varón»—, el sentido del primero es más cercano al de «hombre» en contraste con «mujer», que en hebreo adquiere, precisamente, la forma femenina del mismo, es decir, אישה (acerca de esto, ver el texto hebreo de Génesis 2:23).

[2] עצה. O bien, «plan».

[3] לא עמד. Es decir, aquel que, aunque pudiendo haber estado hasta cierto punto familiarizado con la conducta de quienes se complacen en el pecado propio y ajeno, no se afirmó sobre ella, dándole su asentimiento, sino que más bien siguió de largo.

[4] El contexto señala aquí por contraste y con bastante claridad a los que se mofan de la instrucción de Yahweh, la cual el salmista menciona a continuación.

[5] לא־יקמו.

[6] כי־יודע יהוה.

[7] תאבד. Traduzco así, en el caso presente, la raíz אבד, ya que la misma parece ir aquí en consonancia con la imagen propuesta en el versículo previo, según la cual los malignos “son como paja que el viento dispersa”.

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