Tal como el Salmo 56, el Salmo 34 atribuye su inspiración a aquel mismo episodio que viviera David en la corte de Abimélej, rey de la ciudad filistea de Gat. Sin embargo, a diferencia del primero —donde predomina la contrariedad—, el caso presente se centra en el cuidado que Yahweh muestra por todos aquellos que lo honran. El aspecto profético de este salmo se manifiesta mayormente en el consejo del autor para el “hombre que se deleita con la vida”, una alusión al Cristo y a la era venidera, en la que se experimentará la verdadera vida de Dios.
El Salmo 108 está compuesto por la combinación de las últimas porciones de los Salmos 57 y 60, de una forma muy singular que denota hasta qué punto el Libro de los Salmos es, por entero, un tesoro de profecía a ser discernido. En efecto, comenzando con una declaración de David pletórica de confianza y de agradecimiento a Dios —y pasando por alto su lamento por el enojo de Dios con su pueblo que lo había llevado a desecharlo—, el salmo culmina con una declaración de victoria final sobre Edom, el pueblo oculto e inexpugnable de la presente era.
Entre los salmos de David dedicados a los días en que anduvo en muchos apuros, antes de convertirse en el rey de Israel, el Salmo 56 se inspira en una ocasión en que los guardias del rey de la ciudad filistea de Gat lo reconocieran como a aquel que había infligido a los filisteos muchas derrotas, lo cual llevó a David a fingirse un imbécil ante todos a fin de librar su vida. Sin embargo, no pocas expresiones del salmo indican que se trataría de un misterioso episodio profético que ocurriría en algún momento previo al final de la era.
Atribuido a David e imbuido de un aire bélico que se refleja en su más bien extenso título de encabezamiento, el Salmo 60 se constituye en un complemento del Salmo 108, con el cual comparte seis versículos idénticos más dos en cuyas mutuas diferencias es posible adquirir una visión más precisa del cuadro profético que inspirara a ambos. Su tema se compone de un clamor a Dios a nombre de su pueblo en un tiempo de conmoción entre algunas de las naciones vecinas. La indirecta respuesta de Dios desliza, por su parte, la promesa de una exultante y completa salvación.
Dentro de los salmos listados entre los atribuidos a los hijos de Córaj, el salmo 87 es, en toda su brevedad, un tanto desconcertante, ya desde el sujeto de la frase que le da inicio. Lo mismo puede decirse de la mención de Rahab —nombre poético y profético que se aplica a Egipto—, de Babilonia, así como también de Filistea, de Tiro y de Cush, una mención que no deja de dar la impresión de una breve y arbitraria enumeración caótica. Desde luego, nada hay de arbitrario ni de caótico en este bello aunque críptico salmo referido a Sión…
El cuadro que presenta el salmo 83 jamás tuvo lugar en los días en que el pueblo de Israel moraba en la tierra de Canaán, en el Antiguo Medio Oriente. Su tema es el de una conspiración generalizada de todos los pueblos a su alrededor —entre los cuales, sin embargo, sugestivamente, Egipto está ausente—, los cuales aspiran a destruir por completo al pueblo de Dios a fin de poseer su territorio. Puesto que se trata, evidentemente, de un símil profético llamado a transcurrir en el final de la era presente, hoy ofrezco aquí mi traducción de su texto hebreo.
Mariano FrancoComentarios desactivados en La carga que fue en el año en que murió el rey Acaz (Isaías 14:28-32)
El libro del profeta Isaías registra una breve y enigmática «carga» profética contra Filistea relacionada con los días en que el imperio asirio comenzaría a hacer sentir allí todo su poderío militar en pos de la conquista y el sometimiento de toda la región. La misma menciona a un misterioso ser seráfico, figura que resurge más adelante en otro pasaje del mismo libro. Además de publicar aquí mi traducción del texto hebreo de esta «carga», me he propuesto, al momento de anotarla, brindar algunas claves a propósito de este misterioso ser y su relación con el fin de la era.