Varios son los salmos atribuidos a los hijos de Córaj signados por el tema de la supervivencia, acaso porque los hijos de Córaj sobrevivieron al destino aciago de su padre en el desierto, a quien la tierra tragó vivo luego de desafiar junto a los suyos la autoridad de Moisés y de Aarón. Sin embargo, sus hijos quedaron con vida. En el caso del Salmo 47, la supervivencia sería la de los pueblos que llegarán a ver la era venidera luego de ser librados por Yahweh, por lo cual al comienzo del mismo son exhortados a regocijarse junto a él.
Entre los salmos de David dedicados a los días en que anduvo en muchos apuros, antes de convertirse en el rey de Israel, el Salmo 56 se inspira en una ocasión en que los guardias del rey de la ciudad filistea de Gat lo reconocieran como a aquel que había infligido a los filisteos muchas derrotas, lo cual llevó a David a fingirse un imbécil ante todos a fin de librar su vida. Sin embargo, no pocas expresiones del salmo indican que se trataría de un misterioso episodio profético que ocurriría en algún momento previo al final de la era.
El trasfondo profético del salmo 53 es el de un tiempo en el que el pueblo de Dios se encontraría diezmado por el enemigo. Su autor traza en él una semblanza de este último y la contrasta con el estado de indefensión en el que Yahweh, en su absoluta soberanía y a manera de dura disciplina, sumiría a su pueblo previamente al fin de la era presente. Es precisamente este contraste que predomina a lo largo del salmo el que augura la salvación del pueblo al final de este proceso, una vez que los propósitos de Yahweh se hubiesen cumplido.
El trasfondo profético del salmo 14 es el de un tiempo en el que el pueblo de Dios se encontraría diezmado por el enemigo. Su autor traza en él una semblanza de este último y la contrasta con el estado de indefensión en el que Yahweh, en su absoluta soberanía y a manera de dura disciplina, sumiría a su pueblo previamente al fin de la era presente. Es precisamente este contraste que predomina a lo largo del salmo el que augura la salvación del pueblo al final de este proceso, una vez que los propósitos de Yahweh se hubiesen cumplido.
La «carga que vio el profeta Habacuc» es una suerte de esquema profético de los días previos a la intervención grandiosa y manifiesta de Dios en los asuntos humanos, en el final de la presente era. En ella se puede observar muy nítidamente la forma y el orden que este guarda al tratar con la humanidad, tanto con quienes pertenecen a su pueblo como con aquellos que son sus enemigos. Puesto que su lectura implica hoy una respuesta al llamamiento a discernir los acontecimientos actuales con prudencia y con sabiduría, ofrezco aquí mi traducción anotada de su versión original hebrea.