Santiago

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La carta de Santiago atribuida al hermano de Jesús que fuera líder de la congregación de Jerusalén ha entrado en la modernidad de la mano de la falsa y estéril dicotomía “fe versus hechos”, suscitada en torno a los escritos luteranos. Sin embargo, quienes han participado siempre en dicho debate han pasado completamente por alto de uno y de otro ladoalgunos groseros malentendidos propiciados por traducciones clásicas del documento que, desestimando otras posibilidades ciertas de traducción, contradicen a los testimonios del resto de las Escrituras respecto de Dios y su relación con la puesta a prueba de la fe.


 

1

Santiago, siervo del Dios y Señor Jesucristo, a las doce tribus que se encuentran en la dispersión, saludos.

Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando caigan en diversas pruebas, sabiendo que la puesta a prueba de la fe de ustedes produce perseverancia. Ahora bien, que la perseverancia tenga su obra perfecta, a fin de que sean perfectos y completos, con nada que esté faltando. Sin embargo, si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos liberalmente y sin reprochar, y le será dada. Pero pida con fe, sin dudar nada, ya que el que duda se asemeja a una ola de mar movida por el viento y agitada de aquí para allá. No piense, de hecho, una tal persona, que recibirá algo de parte del Señor. El varón de doble ánimo es inconstante en todas sus formas de conducirse…

Por otra parte, que el hermano abatido se regocije en su exaltación, mientras que el rico en su abajamiento, ya que él se pasará como la flor de la hierba. Pues el sol sale con calor abrasador y la hierba se seca, la flor se marchita y su linda apariencia se pierde: así también se extinguirá el rico en todos sus emprendimientos.

Dichoso el varón que resiste la prueba, porque cuando salga aprobado recibirá la corona de la vida que promete a los que lo aman.

Nadie diga, siendo puesto a prueba: “Estoy siendo probado separadamente de Dios, ya que Dios no está sujeto a los males ni pone a prueba a nadie, sino que cada cual es puesto a prueba siendo atraído y seducido por su propio deseo. Luego de haber concebido el deseo, da a luz al pecado; y entonces el pecado, habiéndose completado hasta el fin, hace aflorar la muerte…” No erren, hermanos míos amados: toda dádiva y todo don perfecto es de lo alto, del Padre de las luces, con quien no hay curso alternativo ni sombra de alteración, teniendo él la intención de hacernos aflorar por la palabra de verdad para ser nosotros una suerte de primicias de sus criaturas. En vista de lo cual, hermanos míos amados, sea todo hombre pronto para escuchar, lento para hablar, lento para la cólera, ya que la cólera del varón no realiza la justicia de Dios.

Por lo tanto, haciendo a un lado toda suciedad y exceso de malicia, reciban con dulzura la palabra implantada, la cual tiene poder para preservar sus vidas. Con todo, vuélvanse practicantes de la palabra y no solamente escuchas, engañándose a sí mismos. Porque si alguno es un escucha de la palabra y no un practicante de la misma, se parece a un varón que observa su rostro natural en un espejo, ya que se contempla a sí mismo y se va y se olvida de inmediato cómo era. Sin embargo, el que mira con suma atención a la instrucción perfecta —la de la libertad— y se mantiene cerca de ella, no volviéndose un escucha olvidadizo, sino siendo un hacedor de la obra, el tal será dichoso en todo lo que hace…

Si alguno considera ser religioso entre ustedes y no controla su lengua sino que engaña seductoramente a su propio corazón, la religión del tal no sirve para nada. Una religión pura y sin mancha para con el Dios y Padre es esta: visitar a huérfanos y viudas en sus angustias, guardándose uno mismo sin mancha del mundo.

2

Hermanos míos, no retengan la gloriosa fidelidad de nuestro Señor Jesucristo con acepción de personas. Pues si en la reunión de ustedes entra un varón con anillo de oro y ropa espléndida y entra también un pobre con ropa sucia y miran con admiración al que trae la ropa espléndida y le dicen “Tú siéntate aquí cómodamente”, y al pobre le dicen “Tú párate allí o siéntate aquí, debajo de donde apoyo mis pies”, ¿no están discriminando entre ustedes mismos y se vuelven jueces de cálculos viles? Escuchen, hermanos míos amados: ¿acaso no elige Dios a los pobres de este mundo, ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman? Y aun así, ¡ustedes tratan con desprecio al pobre! ¿Acaso no los oprimen a ustedes los ricos y los llevan a la rastra, ellos mismos, a los tribunales? ¿No insultan ellos mismos el buen nombre invocado sobre ustedes? Si ustedes realmente cumplen con la ley regia conforme a la escritura “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, hacen bien. Sin embargo, si hacen acepción de personas cometen un pecado y quedan convictos de la ley como transgresores. Pues cualquiera que observare la ley entera pero errare en una cláusula, se ha vuelto culpable de todos, ya que el que dice “No cometerás adulterio” dice también “No cometerás asesinato”. Ahora bien, si no cometes adulterio pero cometes asesinato, te has vuelto transgresor de la ley…

Así hablen y así actúen, como los que van a ser juzgados por la ley de la libertad; ya que el juicio es sin misericordia para el que no ejerce misericordia. Y la misericordia se sobrepone al juicio…

¿Cuál es el provecho, hermanos míos, si alguno dice tener fe y no tiene hechos? ¿Puede la fe salvarlo? De hecho, si un hermano o una hermana estuviesen faltos y desprovistos del alimento diario y alguno de ustedes les dice “Vayan en paz; caliéntense y sáciense” y no les dan las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿cuál es el provecho? Así también la fe: si no tiene hechos, está muerta en sí misma. Pero alguno dirá “Tú tienes fe y yo tengo hechos: muéstrame tu fe aparte de tus hechos y yo te mostraré mi fe desde mis hechos. Tú crees que Dios es uno, haces bien; también los demonios creen, y tiemblan…”

¿Pero quieres saber, hombre vano, que la fe sin los hechos está muerta? Abraham, nuestro padre, ¿no fue acaso justificado por hechos cuando ofreció a Isaac sobre el altar? ¿Ves que la fe actuó en forma conjunta con sus hechos y que desde los hechos la fe fue perfeccionada, y que fue cumplida la escritura que dice “Creyó Abraham a Dios y le fue contado para justificación” y “Fue llamado amigo de Dios”?

Ustedes ven, entonces, que un hombre es justificado desde sus hechos y no sólo desde la fe. De hecho, igualmente Rahab la prostituta, ¿no fue justificada desde los hechos cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Y es que tal como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin los hechos está muerta.

3

No se vuelvan muchos de entre ustedes maestros, hermanos míos, sabiendo que estaremos tomando un gran juicio, ya que todos erramos en muchas cosas. Si alguno no erra en un asunto, el tal es un varón perfecto que puede también sujetar con rienda a todo el cuerpo. Vean: a los caballos les ponemos rienda en las bocas para que nos obedezcan y dirigimos así su cuerpo entero. Vean también las naves: siendo de tan gran tamaño y llevadas por impetuosos vientos, son conducidas y dirigidas con un minúsculo timón hacia donde sea que el golpe de timón del conductor se lo proponga…

Del mismo modo, también la lengua es un miembro pequeño que se jacta de grandes cosas: vean, un pequeño fuego enciende un gran bosque… ¡Y la lengua es un fuego, el ámbito mismo de la injusticia! Es así que la lengua está dispuesta entre nuestros miembros, la cual contamina a todo el cuerpo y prende fuego a la rueda de la existencia desde el origen y ella misma está encendida por el tormento. Ya que toda naturaleza de bestias y de aves y de serpientes y de cosas del mar es domada y ha sido domada por la naturaleza humana; sin embargo, ninguna persona puede domar la lengua, un mal sin freno, lleno de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre y con ella maldecimos a las personas, que han nacido conforme a la semejanza de Dios; de una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, estas cosas no deben darse así: ¿puede acaso la fuente brindar desde una misma abertura lo dulce y lo amargo? ¿Puede acaso la higuera, hermanos míos, producir aceitunas, o una viña higos? Así tampoco una fuente produce agua salada y agua dulce.

¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que el tal muestre sus hechos desde su buena conducta en la mansedumbre de la sabiduría. Ahora bien, si tienen celos amargos y contienda en su corazón, no se jacten ni mientan en relación con la verdad. No es ésta la sabiduría que desciende de lo alto, sino que es terrenal, psíquica, demónica. Ya que allí donde hay celos y contienda hay agitación y toda práctica vil. En cambio, la sabiduría de lo alto es ante todo ciertamente pura; luego, apacible, amable, dócil, llena de misericordia y de buenos frutos, sin ambigüedad ni hipocresía. Y el caso es que el fruto de la justificación es sembrado en paz para aquellos que producen paz…

4

¿De dónde surgen las peleas y los desacuerdos entre ustedes? ¿No es de allí, de sus deseos de placer, los cuales luchan en sus miembros? Codician y no tienen; matan y arden de envidia y nada obtienen; contienden y se pelean y aún así no tienen, a causa de que no piden. Piden y no reciben, debido a que piden mal, a fin de gastar en sus deseos de placer…

¡Adúlteros y adúlteras! ¿No se han enterado de que el apego al mundo es enemistad con Dios? Por lo tanto, cualquiera que se proponga ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios. ¿O piensan que es en vano que la Escritura dice “Es hasta los celos que nos anhela el espíritu que habita en nosotros”? Sin embargo, él concede una mayor gracia; es por ello que dice “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes”. Sométanse, por lo tanto, a Dios; resistan al diablo y huirá de ustedes. Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Pecadores: limpien sus manos. Y los de doble ánimo: purifiquen sus corazones. Aflíjanse, laméntense y lloren: que su risa se convierta en luto y el gozo en pesadumbre. Abátanse delante del Señor y él los levantará…

Hermanos: no hablen mal los unos de los otros. El que habla mal de su hermano y juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley. Ahora bien, si juzgas a la ley, no eres un practicante de la ley, sino un juez. Uno solo es el Legislador, el cual puede salvar y arruinar: ¿quién eres tú que juzgas al otro?

¡Vengan ahora los que dicen “Hoy y mañana nos dirigiremos a tal ciudad y pasaremos allí un año y haremos negocios y obtendremos ganancia”, siendo que no saben lo que traerá el mañana! Pues ¿qué es la vida de ustedes?  Porque esta es un vapor, el cual aparece por un poco y luego se desvanece. En lugar de aquello, digan ustedes “Si el Señor lo quiere, entonces viviremos y haremos esto o aquello…” Sin embargo, ahora se jactan en su fanfarronería; toda jactancia como esta es mala. Ciertamente, al que ha sabido hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.

5

¡Vayan ahora ustedes, los ricos! ¡Lloren! ¡Aúllen por las miserias que se les vienen encima! Sus riquezas se han podrido y sus ropas se han apolillado; el oro y la plata de ustedes se han enmohecido y el moho será un testigo contra ustedes y devorará sus carnes como fuego… ¡Ustedes acaparan bienes en los últimos días! ¡Vean: clama el salario de los trabajadores que han cosechado los campos de ustedes, el cual ustedes les han retenido con fraude! ¡Y los gritos de los que siegan han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos! Ustedes viven lujosamente en la tierra y son disolutos, engordan sus corazones como en un día de matanza. Condenan, matan al justo: él no les opone resistencia…

Así pues, hermanos, sean constantes en medio de las adversidades hasta la venida del Señor. Vean: el labrador espera con constancia el precioso fruto de la tierra hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tengan constancia también ustedes, ya que la venida del Señor se ha acercado. Hermanos: no se estén quejando los unos frente a los otros, a fin de no ser condenados. Vean: el juez se ha detenido frente a la puerta. Hermanos míos: tomen como ejemplo de las adversidades y de la constancia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. Vean: consideramos dichosos a los que soportan. Ustedes oyeron acerca de Job y han visto el fin del Señor, que el Señor está lleno de compasión y es misericordioso. Pero por sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ningún otro juramento; más bien, que el “sí” de ustedes sea “sí” y el “no” sea “no”, a fin de que no caigan en hipocresía...

¿Hay alguno entre ustedes sobrellevando adversidad? Que ore. ¿Hay alguno contento? Que cante alabanzas. ¿Hay alguno entre ustedes que está débil? Que llame a los ancianos de la congregación y que oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al que está enfermo y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados. Confiésense unos a otros las faltas y oren los unos por los otros a fin de ser curados. Es poderosa la oración eficaz de un justo: Elías era un hombre con vicisitudes como las nuestras y oró con fervor para que no lloviese, y no llovió en la tierra por tres años y seis meses; y otra vez oró y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto…

Hermanos: si alguno entre ustedes se ha desviado de la verdad y alguno lo hace volverse, sepa el que hace volverse a un pecador del desvarío de su camino, rescatará de la muerte una vida y pondrá en oculto un montón de pecados.

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