Salmo 124

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El libro de los Salmos contiene una serie de quince composiciones cuyo encabezamiento común —«canción de los ascensos»— parece vincularse, en cierto sentido profético, con aquella experiencia de enfermedad mortal y sanación por la que pasara Ezequías, el rey de Judá en Jerusalén durante los días del profeta Isaías, en cuyo libro profético, más específicamente en su capítulo treinta y ocho, se encuentra consignada la misma. Por mi parte, me pareció más que interesante publicarla aquí traducida del texto hebreo estándar (aunque cotejado, aquí y allá, con sus versiones aramea del Targum, griega y siríaca) e incluyendo algunas notas aclaratorias.


 

Canción de los ascensos. [1] Para David.

De no ser por Yahweh, que estará por nosotros (¡que lo diga Israel!), de no ser por Yahweh, que estará por nosotros al levantarse contra nosotros el hombre, ¡entonces nos tragarían vivos al encenderse su furor contra nosotros! ¡Entonces las aguas nos inundarían, pasando el torrente sobre nuestra alma! [2] ¡Entonces pasarían sobre nuestra alma [3] las aguas turbulentas!

¡Bendito sea Yahweh, que no nos dará por presa a los dientes de ellos! Nuestra alma, [4] como un pájaro, será librada de la trampa de los que cazan aves: la trampa se quebrará, ¡y nosotros seremos librados!

¡Nuestra ayuda está en el nombre de Yahweh, que hizo el cielo y la tierra!

 

Notas

[1] שיר המעלות. El sentido de esta nomenclatura que encabeza los salmos comprendidos entre el 120 y el 134 (con la excepción del 121, que presenta una pequeñísima variante) es ambiguo. Literalmente, podría traducirse este título como «canción de los escalones» o «canción de las gradas»; también, como algunos lo han hecho, como «canción gradual». Todas estas opciones sugieren que los salmos que llevan el título en cuestión fueron compuestos para ser entonados mientras se ascendía por alguna escalinata durante el culto del antiguo templo, o bien que el título en cuestión es una indicación para repetir sus versos siguiendo una melodía de escala tonal ascendente.

[2] נפשנו. La palabra hebrea נפש se vincula conceptualmente con el estado de animación de los seres vivientes y su significado, por ende, abarca a todo aspecto vital de los individuos y de las sociedades con sus emociones, expectativas y recuerdos, equiparándose, en cierto sentido, a aquello que solemos entender por persona en el caso de los individuos y por cultura en el caso de las sociedades.

[3] Ver la nota anterior.

[4] Ver la nota 2.

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