Salmo 126

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El libro de los Salmos contiene una serie de quince composiciones cuyo encabezamiento común —«canción de los ascensos»— parece vincularse, en cierto sentido profético, con aquella experiencia de enfermedad mortal y sanación por la que pasara Ezequías, el rey de Judá en Jerusalén durante los días del profeta Isaías, en cuyo libro profético, más específicamente en su capítulo treinta y ocho, se encuentra consignada la misma. Por mi parte, me pareció más que interesante publicarla aquí traducida del texto hebreo estándar (aunque cotejado, aquí y allá, con sus versiones aramea del Targum, griega y siríaca) e incluyendo algunas notas aclaratorias.


 

 Canción de los ascensos. [1]

Cuando Yahweh revierta el cautiverio de Sión [2] , será como si estuviésemos soñando. [3] Se llenará entonces nuestra boca de risa y nuestra lengua de júbilo; se dirá entonces entre las naciones: “¡Yahweh ha magnificado sus hechos entre estos!” Yahweh habrá magnificado sus hechos con nosotros, ¡nos alegraremos!

¡Revierte, Yahweh, nuestro cautiverio como las corrientes del sur [4] ! ¡Los que siembran con lágrimas, con júbilo segarán!

El que va andando y porta entre llanto lo más selecto de la simiente [5] , volverá cargando las gavillas.

 

Notas

[1] שיר המעלות. El sentido de esta nomenclatura que encabeza los salmos comprendidos entre el 120 y el 134 (con la excepción del 121, que presenta una pequeñísima variante) es ambiguo. Literalmente, podría traducirse este título como «canción de los escalones» o «canción de las gradas»; también, como algunos lo han hecho, como «canción gradual». Todas estas opciones sugieren que los salmos que llevan el título en cuestión fueron compuestos para ser entonados mientras se ascendía por alguna escalinata durante el culto del antiguo templo, o bien que el título en cuestión es una indicación para repetir sus versos siguiendo una melodía de escala tonal ascendente.

[2] En un registro escatológico —y ciertamente tal es el registro en el que se ha de leer la inmensa mayoría, si es que no la totalidad de los salmos— Sión es la sede central del reino de Dios, donde se encuentra su trono y su morada, así como también donde moran sus santos. Así, en el Nuevo Testamento, el autor de la carta a los Hebreos, dice a sus destinatarios: “Pero ustedes han venido al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo —la Jerusalén celestial—, a la compañía de diez millares de ángeles, a una asamblea general y a la congregación de los primogénitos registrados en el cielo, a Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos perfeccionados, a Jesús, el mediador de un pacto renovado y a la sangre del rociamiento que habla mejor que la de Abel…” (Hebreos 12:22-24)

[3] כחלמים. Literalmente, «como soñadores».

[4] נגב. Son muchos los que traducen este término simplemente transliterándolo como «Néguev», y tal cosa no está mal. Sin embargo, he escogido aquí traducirlo como «sur», ya que con la región del Néguev ocurría, respecto del sur, lo mismo que con el Mar Mediterráneo ocurría respecto del oeste: ambos eran nombrados metonímicamente por los habitantes de Canaán y por los autores de los libros del Antiguo Testamento. Esto, por otra parte, se encuentra confirmado por el texto griego de la Septuaginta, el cual traduce νότος («sur»), y por el siríaco de la Peshitta, el cual hace lo propio con ܬܝܡܢܐ, de igual sentido que el término griego.

[5] משך־הזרע.