Salmo 57

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El libro de los Salmos cuenta con varios ordenamientos en base a diversas categorías. Una de tales categorías la constituyen los títulos que encabezan casi todos los salmos que lo componen, títulos sólo incluidos por entero en su versión original hebrea y que se encuentran, todos ellos, pletóricos de indicaciones proféticas para el final de la era presente. La serie que en su encabezamiento incluye la directiva “No corrompas” —comprendida por los salmos 57 al 59 y por el salmo 75— es un ejemplo de ello, al punto de encontrarse inserta, de hecho, en el griego del libro de Apocalipsis.


 

Al director. “No corrompas”. Mictam de David en su huída de delante de Saúl, en la cueva.

¡Seme propicio, Dios! ¡Seme propicio, porque en ti se ha refugiado mi vida! ¡Y en la sombra de tus alas me refugiaré hasta que hayan pasado los deseos de destruirme!

 Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me lleva a estar completo. Él enviará desde el cielo y me librará del insulto del que jadea en pos de mí (selah); enviará Dios su misericordia y su fidelidad. Mi vida está en medio de leones. Estoy echado entre seres humanos que están en llamas: sus dientes son lanza y flechas; su lengua, espada afilada.

¡Seas tú exaltado hasta el cielo, Dios! ¡Tu gloria, sobre toda la tierra!

Han puesto red a mis pasos; mi ánimo se ha abatido. ¡Han cavado un pozo ante mí y han caído en medio de él! (selah) Mi corazón, Dios, está preparado; mi corazón está preparado: cantaré y compondré salmos. ¡Despierta, gloria mía! ¡Despierta, arpa y lira! ¡Me despertaré al alba! ¡Te daré las gracias entre los pueblos, Señor! ¡Te compondré salmos entre naciones! ¡Porque grande es hasta el cielo tu misericordia y hasta las nubes tu fidelidad!

¡Seas tú exaltado hasta el cielo, Dios! ¡Tu gloria, sobre toda la tierra!