Salmo 55

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Dentro del orden de los masquilim —siendo un masquil, literalmente, una “composición que da discernimiento”— el salmo 55, atribuido en su título a David, presenta una situación en la que un varón de Dios se encuentra sujeto a la oposición y a la traición, en un contexto en que su ciudad se ha vuelto un lugar en el que reinan el subterfugio, la coerción y la controversia, junto a un deseo jadeante de acabar con el oponente. No se trata, en realidad, sino de una profecía acerca del Cristo en los días previos a su presencia manifiesta entre los suyos.


 

Al director. Con instrumentos de cuerda. Masquil de David.

Presta oídos, Dios, a mi oración; y no te ocultes de mi súplica en pos de tu favor. Atiéndeme y respóndeme. Vago sin descanso en mi meditación y estoy inquieto por la voz del enemigo, frente a la opresión del impío, pues derramaron iniquidad sobre mí y se me oponen con rabia. Mi corazón me duele en grande dentro de mí y los terrores de la muerte sobre mí cayeron. Temor y temblor vienen a mí y me cubre el escalofrío.

Y me digo: “¡Quién me diera alas como la paloma! ¡Así volaría y descansaría! ¡Vean: me alejaría revoloteando y me alojaría en el desierto! (selah) ¡Apresuraría mi escape del viento tormentoso y del tornado!”

¡Anúlalos, Señor! ¡Corta sus lenguas, pues he visto coerción y controversia en la ciudad! ¡De día y de noche la rodean sobre sus muros, y hay iniquidad y afán en medio de ella! ¡Hay deseos de destrucción en medio de ella, y el fraude y el subterfugio no se apartan de su plaza!

Porque no es un enemigo quien me desafía, pues esto lo sobrellevaría; ni es uno que me odia el que se engrandece contra mí, ya que de él me ocultaría. Sino tú, hombre, en apariencia mi par, mi amigo íntimo, mi conocido, con quien juntos nos deleitábamos en compartir consejo en la casa de Dios y andábamos en compañía…

¡Que vengan sobre ellos desolaciones! ¡Que desciendan con vida al Seol, ya que hay maldades en sus habitaciones, en medio de ellos! En cuanto a mí, a Dios clamaré y Yahweh me librará. De tarde, de mañana y a mediodía medito y estoy inquieto; pero él escucha mi voz.

Él redimirá pacíficamente mi vida de la guerra contra mí, ya que muchos de entre ellos estaban conmigo. Dios escuchará y los humillará —incluso al que se asienta en el pasado (selah)—, puesto que no hay cambios en ellos, ni tampoco temen a Dios (selah). Ha extendido sus manos contra aquel que estaba en paz con él, ha profanado su pacto. Su boca repartía palabras más blandas que la mantequilla, pero en su corazón había guerra; había vuelto sus palabras más suaves que el perfume, pero estas eran espadas desenvainadas…

Echa sobre Yahweh tu carga y él te sostendrá: no dará por siempre un andar tambaleante al justo. Pero tú, Dios, los harás descender a ellos al pozo de la ruina. Los hombres sanguinarios que practican el subterfugio no llegarán a la mitad de sus días, pero yo pondré mi certeza en ti.