Salmo 142

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El salmo 142 refleja el momento de la gran encrucijada en la vida de David, a la vez que se constituye en el último de los masquilim —las «composiciones para ser discernidas»— del libro de los Salmos. En él, vemos al futuro rey de Israel ocultándose en la cueva de Adulam, en su huída de la furia y los celos asesinos de su antecesor Saúl, grandemente angustiado y abatido por su pasado y con gran desorientación e incertidumbre respecto del futuro que Dios mismo le había augurado al enviar a Samuel a ungirlo como rey en medio de sus hermanos.


 

Masquil de David en su estada en la cueva. Oración.

Con mi voz clamo a Yahweh, con mi voz suplico a Yahweh por su favor. Derramaré delante de él mi queja y expondré delante de él mi angustia.

Al desfallecer mi espíritu en mi, tú conociste mi sendero: en esta senda en que camino, me habían escondido un lazo. Mira hacia el sur y ve que no hay quien me reconozca; se esfumó todo refugio para mí; no hay quien se interese en mi vida…

Clamé a ti, Yahweh, dije: “¡Tú eres mi refugio, mi porción en la tierra de los vivientes! ¡Presta oídos a mi grito, porque es mucho lo abatido que estoy! ¡Líbrame de los que me acosan, porque han sido más persistentes que yo! ¡Saca mi vida de la prisión para dar gracias a tu nombre! ¡En torno a mí se juntarán los justos cuando me lo compenses!”