Salmo 91

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El Salmo 91 ha sido siempre para muchos una suerte de texto fetiche respecto de la protección de Dios en tiempos difíciles y aun calamitosos. Sin embargo, todos parecen haber pasado por alto que el tema dominante del mismo es la protección que al final de la era tendría el siervo del Señor, algo que sin duda confirma el hecho de que Satanás citara algunas de sus palabras al poner a prueba a Jesús, al final de su estada de cuarenta días en el desierto. Se trata, en definitiva, al igual que el resto de los Salmos, de una profecía.


 

El que habita en un altísimo lugar secreto, se aloja bajo la sombra del Todopoderoso.

Digo a Yahweh: “¡Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien me aseguro! Porque él te librará de la trampa del cazador de aves, de la nostalgia abismal. Te cubrirá con sus plumas y te refugiarás bajo sus alas; cosa punzante y escudo es su fidelidad... No temerás del terror de la noche ni de la flecha que vuela durante el día ni de la peste que anda en la densa oscuridad ni de la destrucción que devasta al mediodía: caerán a tu lado mil y diez mil a tu derecha, pero a ti no se allegará. De seguro contemplarás con tus ojos y verás la paga de los impíos. Y es que tú, Yahweh, mi refugio, altísima has puesto tu morada...”

No se te aproximará el mal, ni se acercará la lepra a tu tienda, ya que a sus ángeles dará orden acerca de ti a fin de que te guarden en todos tus caminos; en sus palmas te llevarán, no sea que tus pies se golpeen con la piedra. Pisarás sobre el león y el áspid, pisotearás al cachorro de león y al dragón. Puesto que se me ha apegado tanto, también yo lo rescataré: lo pondré en alto, ya que ha reconocido mi nombre. Él me invocará y yo le responderé; con él estaré en la angustia, lo libraré y lo honraré. Lo saciaré con largura de días y le haré ver mi salvación.

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