Con su autoría atribuida a David, el Salmo 29 es uno de los más exaltados de toda la colección que compone al Libro de los Salmos. Su lenguaje, sumamente vivaz y en extremo pródigo en figuras de poder y majestad, viene a ser un atisbo del comienzo de la era venidera, en la que Yahweh tomará su lugar como rey de toda la tierra. El salmo lo presenta en una marcha triunfal por todo el mundo a fin de ser reverenciado y reconocido como aquel que ha rescatado a su pueblo de la opresión y la impotencia entre las naciones.
Salmo de David.
¡Atribúyanle a Yahweh, hijos de poderosos, atribuyan a Yahweh gloria y fuerza! ¡Atribuyan a Yahweh la gloria de su nombre! ¡Reverencien a Yahweh en la majestad del santo!
¡La voz de Yahweh está sobre las aguas! ¡Yahweh, el Dios de la gloria, hace tronar sobre las muchas aguas! ¡La voz de Yahweh con potencia! ¡La voz de Yahweh con majestad! ¡La voz de Yahweh parte cedros! ¡Y partirá Yahweh los cedros del Líbano! ¡Hará sacudirse como a un novillo al Líbano! ¡Y al Sirión, como a crías de uros! ¡La voz de Yahweh provoca llamas de fuego! ¡La voz de Yahweh sacude al desierto! ¡Yahweh hace temblar al desierto de Cadesh! ¡La voz de Yahweh pone a parir a las ciervas y desnuda a los bosques! ¡Y en todo su templo proclama gloria! ¡Yahweh se ha sentado sobre el diluvio! ¡Y se sentará Yahweh como rey por toda la era!
Yahweh dará fuerza a su pueblo. Yahweh bendecirá a su pueblo con bienestar.