Atribuido en su título a David, el Salmo 13 forma parte de una serie integrada por varios salmos en la que proféticamente, en el fin de la era, el siervo del Señor derrama toda su ansiedad respecto del tiempo de su liberación, denostando el desgastante efecto que la aparente demora de Yahweh tiene sobre su vida y su ánimo a diario. Es esta profunda conciencia del espíritu acerca de la debilidad de la propia naturaleza humana la que establece la clave de este clamor a Yahweh, en que su siervo le recuerda indirectamente su promesa de salvarlo de la muerte.
Al director. Salmo de David.
¿Hasta cuándo, Yahweh, me olvidarás en extremo? ¿Hasta cuándo ocultarás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo haré planes con mi propia alma, que resultan en mi angustia diaria? ¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí?
¡Mira! ¡Respóndeme, Yahweh, mi Dios! ¡Da luz a mis ojos, no sea que duerma el sueño de la muerte! No sea que diga mi enemigo “Lo he exterminado”. ¡Mis angustiadores se regocijarían si yo me tambalease!
Pero yo, en tu bondad he puesto mi certeza. ¡Mi corazón se regocijará en tu salvación!
¡Cantaré a Yahweh cuando me haya compensado!