Siendo una de las composiciones más breves que integra la colección del Libro de los Salmos, el Salmo 100 constituye —según reza su título de encabezamiento— un salmo de acción de gracias en honor de Yahweh. Todo él recuerda en cierta medida lo dicho por el apóstol Pablo en su segunda carta a los corintios: Dios ya se ha reconciliado con la humanidad y ahora aguarda el momento en que las buenas nuevas de su reino hagan lo propio en el alma de su pueblo y de todos aquellos que vayan a amarlo de todo corazón en la era venidera.
Salmo de acción de gracias
¡Aclamen jubilosamente a Yahweh, habitantes de toda la tierra! ¡Sirvan a Yahweh con alegría! ¡Vengan ante su presencia con gritos de júbilo! ¡Reconozcan a Yahweh, que él es Dios! ¡Él es quien nos ha hecho —y no nosotros mismos— pueblo suyo y rebaño de su pastura! ¡Entren por sus portales con acción de gracias, en sus atrios con alabanza! ¡Denle las gracias, bendigan su nombre! ¡Porque Yahweh es bueno! ¡Su misericordia es por siempre y por generación y generación es su fidelidad!