Salmo 97

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Entre los salmos que presentan la apoteosis de Yahweh sobre la tierra, el Salmo 97 está especialmente imbuido del espíritu de la profecía, proveyendo, como es su caso, tantos y tan amplios testimonios, los cuales llegan hasta los mismísimos libros del Génesis y del Apocalipsis, amén de los libros de los profetas, como es el caso de Isaías y de Miqueas. La visión que presenta el salmo es múltiple: la alegría y el regocijo de los que aman a Yahweh al experimentar su liberación y la humillación de los que adoran meras estatuas son apenas algunos detalles de la misma.


 

¡Yahweh se ha puesto a reinar! ¡Se regocija la tierra! ¡Se alegran las muchas islas!

Hay nube y densa oscuridad a su alrededor. La justicia y el juicio son la sede de su trono. El fuego avanza delante de él y quema a sus angustiadores por doquier. Sus relámpagos han alumbrado al mundo: la tierra lo ha visto y se retuerce. Los montes se han derretido como cera de delante de la presencia de Yahweh, de delante de la presencia del señor de toda la tierra. Los cielos habían anunciado su justicia; y ahora, todos los pueblos han visto su gloria.

¡Avergüéncense todos los que sirven a una estatua, los que se jactan de los ídolos! ¡Reveréncienlo todos los poderosos! Sión oyó y se alegró; y las hijas de Judá se regocijan, Yahweh, a causa de tus juicios. ¡Y es que tú, Yahweh, altísimo sobre toda la tierra, has sido en gran manera exaltado por sobre todos los poderosos!

Ustedes, los que aman a Yahweh, aborrezcan el mal; el que cuida las vidas de los que han experimentado su gracia los libra del poder de los impíos. Hay luz sembrada para el justo; y para los rectos de corazón, alegría.

¡Alégrense, justos, en Yahweh! ¡Y den las gracias a la memoria de su santo!