Entre los masquilím atribuidos a David, el Salmo 52 se inspira en la ocasión en que Doeg el idumeo fue a delatar ante el rey Saúl la presencia de David en lo de Ahimeléj, sacerdote de Nob que lo acogiera junto con sus hombres, proveyéndolo de alimento y de la espada de Goliát, el gigantesco campeón filisteo a quien una vez diera muerte David y que se hallaba precisamente allí. Este salmo es en verdad una profecía acerca de la caída de Edom en el fin de la era, previamente a la instauración del reino de Dios sobre la tierra.
Al director. Masquíl de David. Al venir Doeg el idumeo e informar a Saúl, diciendo: “David ha venido a la casa de Ahimeléj”.
¿Qué haces jactándote del mal, hombre vigoroso? La bondad de Dios está presente todo el día. Tramas ruina con tu lengua, ejerces el fraude como una navaja afilada. Has amado al mal más que al bien, a la mentira más que a un asunto de justicia (selah). ¡Has amado todas las cosas que devoran, lengua fraudulenta! ¡Y Dios también te partirá a ti hasta el extremo! ¡Te atrapará y te arrancará de tu tienda, desarraigándote de la tierra de los vivientes! (selah)
Y lo verán los justos y temerán, riéndose de él: “¡He aquí al varón que no pone a Dios como su fortaleza, sino que confía en sus muchas riquezas, aferrándose a su incontrolable deseo!”
Pero yo estoy como un verde y fresco olivo en la casa de Dios. ¡He puesto mi certeza en la bondad de Dios por una era y más allá!