Salmo 62

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Tal como es costumbre con los salmos de David dedicados «Al director», el Salmo 62 desgrana una serie de pensamientos y dichos del siervo del Señor, el cual se expresa aquí mediante el espíritu de la profecía. Su tema es, en este caso, el de Dios como único garante de la espera en pos de la ansiada liberación de una realidad en la que prevalecen los envidiosos, los mentirosos y los hipócritas. Que se trata en última instancia del siervo del Señor queda bien confirmado en el consejo dado al pueblo, del cual, una vez librado, sería él mismo libertador.


 

Al director. Sobre Yedutún. Salmo de David.

Solamente en pos de Dios hace mi alma un silencio expectante: es de él que proviene mi liberación. Solamente él es mi roca y mi liberación, mi lugar alto: no resbalaré en grande.

¿Hasta cuándo tramarán cosas engañosas contra alguien, lo matarán como a una pared derrumbada y una cerca tambaleante? Se reúnen a deliberar sólo para derribarlo de su lugar eminente; se complacen en la mentira: con sus bocas bendicen, pero en su interior están maldiciendo (selah)…

Solamente en Dios, alma mía, estate callada y expectante, pues es de él que proviene mi esperanza. Solamente él es mi roca y mi liberación, mi lugar alto: no resbalaré. Es de Dios que dependen mi liberación y mi gloria; en Dios está la roca de mi fuerza, mi refugio.

¡Pongan, ustedes los del pueblo, su certeza en él en todo tiempo! ¡Derramen delante de él sus corazones! ¡Dios nos es un refugio! (selah) Solamente vanidad son los seres humanos; mentira son los hijos de cualquier hombre: puestos en las balanzas pesan, todos juntos, menos que el vapor. No pongan su certeza en la opresión ni en la rapiña. No se envanezcan: si sus riquezas se acrecientan, no les presten atención.

Una vez ha hablado Dios; dos veces he escuchado esto: que la fuerza pertenece a Dios. ¡Y tuya, Dios, es la bondad, ya que tú pagas a cada cual según su acción!

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