Salmo 66

      Comentarios desactivados en Salmo 66
compartir

El salmo 66 constituye una elocuentísima canción que el espíritu de la profecía pone en boca del salmista y que imprime a toda la composición el inconfundible sello de las cosas primeras y últimas, evidente, también, en algunos otros salmos. El tiempo de su enunciación es entre el final de la era actual y el inicio de la era venidera, lo cual deja suficientemente en claro la exhortación del siervo del Señor a todos los pueblos para que se regocijen en su Dios, quien tratara tan singularmente con su pueblo en el pasado y con él mismo en el presente.


 

Al director. Canción. Salmo.

¡Alégrense por Dios con algarabía en toda la tierra! ¡Canten salmos, glorifiquen su nombre, pongan gloria en su alabanza! Digan a Dios: “¡Cuán tremendas son tus obras! ¡Con tu mucho poder, se te someterán tus enemigos! ¡En toda la tierra te harán reverencia y cantarán salmos a tu nombre! (selah) ¡Vengan y vean las obras de Dios! ¡Tremendo es tu propósito para con los seres humanos!”

Él ya había vuelto en seco el mar; y por el río cruzaron ellos a pie: ¡ya allí nos habíamos alegrado con él! Él es quien gobierna siempre con su vigor. Sus ojos supervisan a las naciones. ¡Que los indómitos no se exalten a sí mismos! (selah)

¡Bendigan, pueblos, a nuestro Dios! ¡Y hagan oír la voz de su alabanza! A él, que deposita nuestra alma en la vida y no ha permitido resbalar a nuestros pies. ¡Y es que nos habías probado, Dios! ¡Nos habías puesto a prueba como se prueba la plata! ¡Nos habías hecho entrar en la red! ¡Habías puesto un gran peso en nuestros lomos! ¡Habías hecho cabalgar a meros mortales por sobre nuestra cabeza! ¡Habíamos entrado en el fuego y en las aguas, pero tú nos sacaste a la abundancia!

Entraré en tu casa con holocaustos; te cumpliré mis votos, los cuales habían pronunciado mis labios y mi boca había hablado estando yo en angustia. Te ofreceré holocaustos de animales engordados con aroma ahumado de carneros; prepararé ganado vacuno y machos cabríos (selah)

¡Vengan, escuchen, todos los que temen a Dios, y les contaré lo que ha hecho con mi alma! A él había clamado con mi boca, y lo había exaltado con mi lengua. Si yo hubiese mirado la vacuidad en mi corazón, el Señor no me habría escuchado. Pero ciertamente me escuchó Dios, prestó atención a la voz de mi oración...

¡Bendito sea Dios que no hizo a un lado mi oración ni apartó su bondad de junto a mí!

Print Friendly, PDF & Email