Salmo 50

      Comentarios desactivados en Salmo 50
compartir

En el Salmo 50 se presenta un momento similar al que puede verse en la historia registrada en el capítulo veinticinco del evangelio de Mateo, referida al momento en el que, al dar inicio a la era venidera, el Hijo del Hombre se sentará en su trono de gloria a juzgar a los sobrevivientes de entre las naciones, reunidos frente a él por sus santos emisarios. En tal sentido, el salmo es, para quien sea que fuese a prestarle atención, una advertencia respecto de qué cosas son las que agradan a Dios y qué cosas las que definitivamente le desagradan.


 

Salmo de Asaf

Yahweh, el Dios de dioses, ha hablado y convoca a la tierra desde la salida del sol hasta su puesta. Desde Sión, la perfección de la hermosura, Dios ha resplandecido.

Vendrá nuestro Dios y no callará. El fuego consume en su presencia y se ha desatado una gran tormenta a su alrededor. Convocará a los cielos de lo alto y a la tierra para juzgar a su pueblo: “¡Júntenme a los que han tenido mi gracia, a los que han entrado en mi pacto con sacrificio!” Y declararán los cielos su justicia, ya que Dios mismo es el juez… (selah)

“Escucha, pueblo mío, que hablaré; Israel, que testificaré sobre ti. Dios —tu Dios— soy yo. No te repruebo por tus sacrificios y holocaustos que están frente a mí de continuo. Aunque no tomaría vacas de tu casa o machos cabríos de tus corrales, ya que mía es toda bestia del bosque, los animales en los montes del ganado. He conocido a toda ave de los montes y todo lo que se mueve en el campo está vinculado conmigo. Si tuviese hambre, no te lo diría a ti, ya que mío es el mundo y lo que lo repleta. ¿Acaso iría a comer carne de toros y a beber sangre de machos cabríos? Sacrifica, más bien, agradecimiento, y cumple al Altísimo tus votos. Y clama a mí en el día de la angustia: yo te libraré y tú me honrarás…”

Pero al impío Dios le ha dicho: “¿Qué tienes que contar de mis leyes y llevar mi pacto en tu boca, siendo que tú has odiado la disciplina y echas mis asuntos a tus espaldas? Al ver a un ladrón, te complacías en estar con él, y para los adúlteros era tu adulación. Soltaste tu boca para el mal y tu lengua da verosimilitud al fraude. Te sientas a hablar contra tu hermano: ¡al hijo de tu propia madre le pones tropiezo! ¡Estas cosas has hecho y yo me he callado, por lo cual te ha parecido que yo era como tú! ¡Yo, en cambio, te repruebo poniéndolo todo en orden para que lo veas con tus propios ojos!”

Presten atención a esto, ustedes los olvidadizos de Dios, no sea cosa que despedace y no haya quien libre: el que sacrifica agradecimiento me honra y al que ordena su conducta yo le muestro la salvación de Dios.

Print Friendly, PDF & Email