Salmo 114

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Dentro de la serie de los salmos que componen el Halél, el Salmo 114 no es solamente el más breve, sino también el más profético y enigmático de todos, siendo su tema principal un anuncio de las cosas últimas desde una mirada hacia las primeras. Su comienzo, en efecto, que parece despuntar el asunto de la salida de Israel de la tierra de Egipto hace ya unos tres mil quinientos años, pronto da lugar a un vislumbre de la poderosa liberación emulación de la primera que en el final de la era Yahweh obraría en otro lugar de la tierra.


 

Al salir Israel de Egipto, la casa de Jacob de entre un pueblo de lengua ininteligible, Judá le fue por santo, e Israel fue su gobierno. El mar lo vio y huyó; el Jordán se volvió hacia atrás. Los montes dieron saltos como ciervos; las colinas, como crías del rebaño…

¿Qué tienes, mar, que huyes? ¿Y tú, Jordán, que te vuelves hacia atrás? ¡Los montes darán saltos como ciervos; las colinas, como crías del rebaño! ¡Retuércete, tierra, por la presencia de un Señor, por la presencia del Dios de Jacob, quien convierte a la roca en un estanque de aguas y al pedernal en su fuente de aguas!

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