Salmo 135

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El Salmo 135 constituye una alabanza a Yahweh que guarda ciertas similitudes proféticas con el Salmo 114, en la medida en que ambos se enfocan en el final de la era valiéndose de algunos elementos muy reconocibles del pasado, mayormente la liberación del pueblo que obrara Yahweh en la tierra de Egipto. En el caso presente, hay también reminiscencias del cántico de Moisés registrado hacia el final del libro del Deuteronomio, lo cual confirma que el enemigo de Israel en el final de la era sería, eminentemente, el “pueblo que no es pueblo”, una forma indirecta de señalar a Edom.


 

¡Alaben a Yah!

¡Alaben el nombre de Yahweh! ¡Alaben, siervos de Yahweh, que están de pie en la casa de Yahweh, en los atrios de la casa de nuestro Dios! ¡Alaben a Yah, porque es bueno! ¡Canten salmos a su nombre, porque es amable! ¡Porque Yah ha escogido a Jacob para sí, a Israel como su propiedad personal!

Ciertamente, yo he reconocido que Yahweh es grande; y el Señor nuestro, más que todos los poderosos. Yahweh ha hecho todo aquello en lo que se ha deleitado: en los cielos, en la tierra, en los mares y en todas las profundidades abismales.

Él es el que hace subir nubes desde un confín de la tierra; ha hecho relámpagos para la lluvia y es el que extrae al viento de sus depósitos; el que hirió a los primogénitos de Egipto, desde el humano hasta el animal; el que ha enviado señales y maravillas en medio de ti, Egipto, contra el faraón y contra todos sus siervos; el que hirió a muchas naciones y mató a reyes poderosos, a Sijón rey de los amorreos, a Og rey de Basán y a todos los reyes de Canaán. Y dio la tierra de ellos en herencia, en herencia de Israel, su pueblo.

¡Yahweh! ¡Tu nombre es por la era! ¡Tu memoria, Yahweh, es por generación tras generación! Pues Yahweh juzgará a su pueblo y se compadecerá de sus siervos. Las imágenes de talla de las naciones son plata y oro, hechura de manos humanas: tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen orejas y no prestan oídos, ni tampoco hay aliento en sus bocas. Como ellas son los que las hacen y todo aquel que pone en ellas su certeza.

¡Casa de Israel, bendigan a Yahweh! ¡Bendigan a Yahweh, casa de Aarón! ¡Casa del levita, bendigan a Yahweh! ¡Bendito sea Yahweh desde Sión, el que reside en Jerusalén!

¡Alaben a Yah!

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