Salmo 35

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El asunto que hace al Salmo 35 de David es el de una insólita proliferación de enemigos ocultos dentro del entorno de conocidos de aquel que en el salmo dirige a Yahweh un pedido de defensa y de reivindicación, en un contexto de controversia judicial que recuerda no poco a las palabras del siervo del Señor en la segunda mitad del capítulo cincuenta del libro del profeta Isaías. Este y otros detalles del presente salmo indican a las claras que se trata, nuevamente, de una profecía acerca del Cristo y de sus vicisitudes en el final de la presente era.


 

De David

¡Contiende, Yahweh, contra los que contienden contra mí! ¡Combate a los que me combaten! ¡Toma el escudo y el pavés! ¡Levántate en mi ayuda! ¡Desenfunda la lanza y encierra a mis enemigos saliéndoles al encuentro! ¡Dí a mi alma: “Yo soy tu salvación”!

Que se avergüencen y se confundan los que procuran mi alma; que se vuelvan atrás y sientan abatimiento los que piensan en mi mal. Que sean como un tamo delante del viento y los empuje el ángel de Yahweh. Que el camino de ellos sea oscuridad y resbaladero y que el ángel de Yahweh los acose. Pues gratuitamente habían preparado mi ruina con su red, gratuitamente habían cavado un hoyo para mi vida. Que le venga una calamidad inadvertida y que la red que había preparado lo atrape, que caiga en ella calamitosamente. Así mi alma se regocijará en Yahweh, se exultará en su salvación. Todos mis huesos dirán: “¿Quién hay como tú, Yahweh, que libras al afligido del que es más fuerte que él, y al afligido y al necesitado del que lo despoja?

¡Se levantan testigos crueles que me preguntan de lo que no he sabido! ¡Me pagan mal por bien, trayendo duelo a mi alma!  Sin embargo yo, al enfermar ellos, me vestí de cilicio y afligí mi alma con ayuno, bien que mi oración se volvía a mi seno. Como por un amigo, como por un hermano, como con luto por una madre iba yo doblado de aquí para allá. Ellos, en cambio, se han alegrado en mi cojera mientras estaban todos juntos: se juntaron contra mí calumniadores y yo no lo supe; ¡me desgarraban sin parar! ¡Con hipocresía de bufones festivos rechinaban contra mí sus dientes!

Señor, ¿cuánto más veré esto? ¡Restaura mi vida de sus calamidades, de los cachorros de león mi alma singular! ¡Te daré las gracias en medio de una gran asamblea! ¡Te alabaré en medio de un pueblo fortalecido! ¡Que no se alegren los que me son enemigos mentirosos ni guiñen un ojo quienes me detestan gratuitamente! Ya que no hablan paz y contra los tranquilos del país maquinan asuntos fraudulentos. Abren grande su boca contra mí, y han dicho: “¡Ahá, ahá! ¡Lo han visto nuestros propios ojos!”

¡Tú has visto, Yahweh! ¡No calles, Señor! ¡No te alejes de mí! ¡Espabílate y despiértate para mi juicio, mi Dios y mi señor, en pos de mi causa! ¡Júzgame según tu justicia, Yahweh, Dios mío, y que no se alegren de mí! Que no digan para sus adentros “¡Ahá, ya eres nuestro!” Que no digan “¡Nos lo hemos tragado!”

¡Que se avergüencen y se confundan al unísono los que se alegran con mi mal! ¡Que se vistan de vergüenza y confusión los que se creen más que yo! ¡Que den gritos de júbilo y se alegren los que se complacen en mi justicia! ¡Y que digan de continuo “Que se magnifique Yahweh, el cual se complace en el bienestar de su siervo”! Y así mi lengua expresará tu justicia, tu alabanza, todo el día…

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