En el Salmo 73 se presenta una disquisición acerca de algo que siempre ha hecho dudar a la humanidad respecto de la justicia del orden dado por Dios al mundo y aun respecto de la propia existencia de este: la impiedad de quienes suelen llevar una vida muy próspera. La segunda mitad del salmo adquiere, sin embargo, el decidido tono profético de un discurso cuyo pleno sentido se encuentra en las vicisitudes del Cristo llamado a convertirse en el Hijo de Dios, vicisitudes que ciertamente son, en parte, experimentadas también por aquellos que estarán junto a él en su reino.
Salmo de Asaf
Indudablemente, Dios es bueno para con Israel, para con los limpios de corazón…
¡Y yo, que casi desvío mis pies, que por nada no resbalaron mis pasos por tener envidia de los que se jactan, al ver el bienestar de los impíos!
Y es que no se sienten constreñidos por su muerte, ya que es sana su complexión. Las arduas labores del frágil mortal no están con ellos, ni son golpeados por la enfermedad junto con el resto de la humanidad. Por ello, los ha adornado la soberbia, los envuelve un vestido de crueldad. Se les han saltado los ojos por su gordura, han sobrepasado las imaginaciones de su corazón. Se burlan y hablan con maldad de causar opresión; hablan desde la altanería. Han puesto su boca contra el cielo y su lengua se pasea por la tierra. Es por ello que hará volver a su pueblo aquí y encontrarán aguas de abundancia para sí mismos. Y han dicho “¿Cómo es que Dios ha sabido?”; y “¿Habrá acaso conocimiento en Dios?”
Helos aquí a estos, impíos prósperos del mundo, que han acrecentado su riqueza. ¡Ciertamente en vano he purificado mi corazón y lavo mis palmas en inocencia, ya que soy azotado todo el día y castigado por las mañanas! Si dijese “Contaré lo mismo que ellos”, he aquí que a la generación de tus hijos engañaría. Y pensaba a fin de entender esto, era una ardua tarea a mis ojos…
Hasta que, entrando en los santuarios de Dios, he entendido cuál será su fin. Indudablemente, los pones en lugares resbaladizos, los has hecho caer en lugares ruinosos. ¡Cómo han sido desolados en un instante! ¡Llegaron a su fin consumidos por los sobresaltos repentinos! Como el sueño de uno que despierta, Señor, al despertar despreciarás sus apariencias. Y aun así, se había agriado mi corazón y sentía punzadas en mis riñones; y era yo un bruto que no sabía, era como los animales junto a ti…
Pero el caso es que yo siempre he estado junto a ti: me tomaste de mi mano derecha; me guiabas según tu plan: así, más tarde, me tomarás y me llevarás a la gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos? Y estando contigo, nada me ha deleitado en la tierra. Han llegado a su término mi carne y mi corazón: la roca de mi corazón y mi porción es Dios por la era que viene. Porque he aquí que los que se alejan de ti perecerán; tú ya has puesto fin a todo el que se prostituye alejándose de ti. Pero en lo que a mi respecta, el acercarme a Dios es bueno para mí: he puesto en el Señor Yahweh mi refugio para contar acerca de todos sus encargos.