El Salmo 148 es una exhortación de alabanza a Yahweh dirigida a toda su creación, cuya acotada enumeración se presenta, sin embargo, de no poca significación profética. En efecto, mencionando tanto elementos del cielo como de la tierra, la misma establece una suerte de paralelismo entre unos y otros, dando una clave de aquello que Yahweh ha planeado desde un comienzo de su creación. El cuerno que Dios exaltaría en favor de su pueblo es, desde luego, una clara y familiar alusión al Cristo, el Hijo de Dios que reinará sobre la tierra en la era venidera que se aproxima.
¡Alaben a Yah!
¡Alaben a Yahweh desde los cielos, alábenlo en las alturas! ¡Alábenlo ustedes, todos sus mensajeros! ¡Alábenlo ustedes, todo su ejército! ¡Alábenlo ustedes, sol y luna! ¡Alábenlo ustedes, todas las estrellas de luz! ¡Alábenlo ustedes, cielos de los cielos y las aguas que están por encima de los cielos! ¡Alaben el nombre de Yahweh, pues lo ordenó y fueron creados! ¡Y los estableció para permanecer por siempre, les puso una ley que no pasará!
¡Alaben a Yahweh desde la tierra, ustedes, dragones y todos los abismos! ¡Fuego y granizo! ¡Nieve y vapor! ¡Viento de tempestad que ejecuta su Palabra! ¡Los montes y todas las colinas! ¡El árbol que da fruto y todos los cedros! ¡La bestia y todo animal! ¡El reptil y el ave alada! ¡Los reyes de la tierra y todos los pueblos! ¡Los príncipes y todos los caudillos de la tierra! ¡Los jóvenes y también las jovencitas! ¡Los ancianos junto con los muchachitos!
¡Alaben el nombre de Yahweh, ya que su nombre es el único excelso, su esplendor está sobre la tierra y los cielos! ¡Y él exaltará un cuerno en pos de su pueblo, una alabanza para todos sus piadosos, para los descendientes de Israel, el pueblo que le es íntimo!
¡Alaben a Yah!
