El Salmo 21 de David se dirige, por un lado, a Yahweh y, por el otro, al siervo del Señor, no otro que el «director» del título del encabezamiento, tal como puede verse en los respectivos títulos de los Salmos 18 y 46. Su tema es doble: por una parte, la inmensa bondad de Yahweh para con su Cristo, descendiente de David, la cual, en la era venidera, se manifestaría a la vista de todos; por la otra, las hazañas heroicas que el Cristo desplegaría al vencer a todos sus enemigos y aborrecedores en el comienzo mismo de su reinado.
Al director. Salmo de David.
¡Ah, Yahweh, el rey se alegra en tu poder! Y en tu salvación, ¡cuánto se regocija! Le has concedido el deseo de su corazón; y el pedido de sus labios, no se lo has negado en manera alguna… (selah) Pues te adelantarás para ir a su encuentro con las bendiciones del bien; pondrás sobre su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida y se la concediste, largura de días por la era que viene y más allá. ¡Grande es su gloria con tu salvación! ¡Pondrás sobre él esplendor y majestad! Pues has puesto en él bendiciones para una posteridad, lo harás regocijarse con alegría en tu presencia. Ya que el rey será uno que pone su certeza en Yahweh, por lo cual, con la bondad del Altísimo, no se tambaleará en manera alguna.
Tu mano dará con todos tus enemigos; tu derecha dará con todos los que te odian. Los pondrás como a un horno de fuego en el tiempo de tu presencia: Yahweh, en su ira, los hundirá, y los consumirá el fuego. Harás desaparecer de la tierra el fruto de ellos, y su descendencia de entre los seres humanos. Pues ensayaron el mal contra ti; tramaron planes malvados que de ninguna manera podrán llevar a cabo, ya que los pondrás de espaldas con las cuerdas que dispondrás sobre sus rostros.
¡Exáltate, Yahweh, en tu poder! ¡Cantaremos y entonaremos salmos a tu heroicidad!