Salmo 30

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El título del Salmo 30 informa que el mismo se trata de una «canción de inauguración de la casa para David», lo cual indica una cierta evocación de los momentos difíciles del pasado hecha desde un presente de estabilidad y prosperidad. Tales contrapuntos configuran un cuadro altamente profético de las vicisitudes del Cristo en el final de la era y del momento en que, alcanzada la era venidera, daría las gracias a su Dios y Padre Yahweh por toda su gracia y su favor para con él, un simple hombre en quien siempre, según sus designios, tuviera puesta su atención.


 

Salmo. Canción de inauguración de la casa para David.

Te exalto, Yahweh, pues tú me has llevado en andas y no has alegrado a mis enemigos respecto de mí. Yahweh, mi Dios: había clamado a ti a los gritos por ayuda, mientras que tú me estabas sanando. Tú, Yahweh, has hecho subir mi alma del Seol; me reviviste, de manera de que no descendiese yo a la fosa...

¡Canten salmos a Yahweh, ustedes, sus piadosos, y den gracias a la memoria de su santo! ¡Pues él se demora un momento en su indignación, pero se complace la vida entera en mostrar su favor! ¡Al atardecer podrá prolongarse el llanto, pero a la mañana viene el grito de júbilo!

Yo, en mi comodidad, había dicho: “Nunca me tambalearé”, siendo que eras tú, en verdad, Yahweh, quien con tu favor me habías afirmado como un imponente monte. Y cuando ocultaste tu rostro, me intranquilicé y me aterré. Entonces te clamaba, Yahweh; pedía a mi Señor que me mostrase su gracia: “¿Qué provecho habría en mi sangre si descendiese a la fosa? ¿Acaso el polvo te dará las gracias? ¿Acaso anunciará tu verdad? ¡Escucha, Yahweh! ¡Y muéstrame, Yahweh, tu gracia! ¡Sé mi ayudador!”

¡Has cambiado mi lamento en baile! ¡Desataste mi cilicio y me ceñiste de alegría a fin de que te cante salmos de gloria! ¡Y no callaré, Yahweh, mi Dios! ¡Te daré las gracias por siempre!