Con varias y fuertes reminiscencias lingüísticas de la segunda parte del libro de Isaías, el Salmo 149 forma parte de la serie de composiciones que hacen mención de la nueva canción que sólo podrían aprender aquellos que —al final de la era, a manera de primeros frutos— redimirá el Corderito, figura central en el libro de Apocalipsis. Así, la visión en él se ubica claramente en el comienzo de la era venidera, un momento crucial en que el Hijo de Dios ejecutará, junto a los suyos, juicio sobre las naciones y sus poderosos, al tiempo que corregirá a los pueblos.
Como un perfecto complemento del Salmo 96 y del mensaje que este contiene para aquellos que serían redimidos para Dios y que seguirían al Corderito que protagoniza el libro de Apocalipsis por dondequiera que éste fuera, el Salmo 98 parecería continuar con dicho tema, aunque se trataría, en este caso, más concretamente del mensaje que los redimidos llevan por todo el mundo. ¿Qué es lo que vendría a sugerir todo esto, sino que la nueva canción sólo la podrán cantar los redimidos del Corderito, pero que no hay impedimento alguno para que la escuchen todos los términos de la tierra?
Dentro del grupo de los salmos que celebran el comienzo del reinado de Yahweh en la tierra, el Salmo 96 tiene un lugar muy especial, ya que alude a aquella nueva canción a la que hacen referencia algunos otros salmos, el libro del profeta Isaías y —muy especialmente— el libro de Apocalipsis, el cual registra la visión dada oportunamente a Juan. Esto último sugiere, por lo tanto, que aquellos a quienes el salmista se dirige proféticamente son los que serán redimidos para Dios en los días por venir a fin de reinar junto a su Hijo en el monte Sión.
Vinculado fuertemente con el Salmo 144 —con el que comparte varios elementos, muy particularmente el de la «canción nueva» presente en Isaías y en el libro de Apocalipsis y cuya mención primera se da, precisamente, en él— el Salmo 33 guarda asimismo una estrecha relación con su antecesor inmediato, del cual podría ser considerado una clara continuación. Su tema gira en torno a aquellos que han alcanzado justificación en la presencia de Yahweh y que han rectificado, por ende, sus corazones, todo ello en medio de los planes de una humanidad que aún no ha llegado a conocer a Dios.
El salmo 144 aborda proféticamente un momento sumamente álgido que tendría lugar en el final de la presente era, en el tiempo en que surgiría aquella canción nueva sobre la que puede leerse en algunos otros salmos, en el libro del profeta Isaías y en el libro de Apocalipsis, del cual podría decirse que es motivo principalísimo. Dicho momento consiste aquí en el conflicto, aún no resuelto, entre todo aquello que dicha nueva canción traerá al mundo en forma misteriosa y aquello otro que quienes no pueden aprenderla —ni mucho menos entonarla— se empeñarían en ofrecer como su espurio sucedáneo.