Bendiciones de la obediencia y maldiciones de la desobediencia (Deuteronomio 28)

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Las así llamadas «bendiciones de la obediencia y maldiciones de la desobediencia» que se encuentran formuladas hacia el final del libro del Deuteronomio constituyen una anticipación de lo que ocurriría con el pueblo de Dios si es que obedecía a Yahweh —su redentor de la durísima servidumbre que había padecido en Egipto— o si, en cambio, hacía caso omiso a su instrucción. En realidad —tal como ocurre, de hecho, con el resto de las Escrituras—, estas y otras cosas han sido formuladas con vistas al final de esta era, en el que todo tiene y tendrá su cabal cumplimiento.


 

Y sucederá que si obedecieres diligentemente a la voz de Yahweh tu Dios a fin de observar y llevar a cabo todos sus mandamientos que yo te mando hoy, te pondrá Yahweh tu Dios por encima de todas las naciones de la tierra, y vendrán sobre ti todas estas bendiciones y te alcanzarán:

Serás bendito en la ciudad y serás bendito en el campo. Será bendito el fruto de tu vientre, el producto de tus animales, la cría de tu ganado vacuno y los rebaños de tu ganado ovino. Será bendita tu canasta y tu artesa de amasar. Serás bendito en tu entrada y en tu salida. A tus enemigos que se levanten contra ti, Yahweh los hará irse de delante de ti: por un camino saldrán contra ti y por siete caminos huirán de delante de ti. Te enviará Yahweh la bendición de tus graneros y de todo aquello a lo que te avoques, y te bendecirá en todo el país que Yahweh tu Dios te da. Te confirmará Yahweh como su pueblo consagrado tal como te lo prometió, ya que obedecerás los mandamientos de Yahweh tu Dios y te conducirás según sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Yahweh es invocado sobre ti y te temerán. Y te hará abundar para bien en el fruto de vientre, en el producto de tus animales y en el producto de tu tierra sobre la tierra que Yahweh prometió que daría a tus ancestros. Abrirá Yahweh su buen tesoro —el cielo— para dar a su tiempo la lluvia sobre tu país y para bendecir todo lo que emprendas. Y prestarás a muchas naciones, pero tú no tomarás a préstamo. Y te pondrá Yahweh por cabeza y no por cola y sólo estarás arriba y no abajo, ya que obedecerás los mandamientos de Yahweh tu Dios que yo te mando hoy observar y llevar a cabo y no te desviarás de todas las cosas que yo te mando hoy, ni hacia la derecha ni hacia la izquierda, a fin de ir en pos de otros dioses para servirlos.

Y sucederá que si no obedecieres a la voz de Yahweh tu Dios para observar y poner en práctica todos sus mandamientos y sus leyes que yo te mando hoy, vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te darán alcance:

Serás maldito en la ciudad y serás maldito en el campo. Será maldita tu canasta y tu artesa de amasar. Será maldito el fruto de tu vientre, el producto de tus animales, la cría de tu ganado vacuno y los rebaños de tu ganado ovino. Serás maldito en tu entrada y en tu salida. Enviará Yahweh en medio de ti la maldición, la confusión y la reprobación en todo aquello que emprendas hasta que seas acabado y hasta que perezcas prontamente a causa de la maldad de tus obras por las que me habrás abandonado. Yahweh traerá sobre ti la mortandad hasta que te consuma de sobre la tierra en la cual entras para poseerla. Yahweh te herirá con flacura, con fiebre ardiente, con inflamación, con ardor, con espada, con sequía, con sobresalto repentino y serás acosado hasta desaparecer. El cielo que está sobre tu cabeza será de bronce y la tierra que está debajo de ti será de hierro. Yahweh dará por lluvia a tu tierra polvo y ceniza, la cual descenderá del cielo hasta que seas acabado. Yahweh te dará la derrota delante de tus enemigos: por un camino irás contra ellos y por siete caminos huirás de delante de ellos; y serás vapuleado por todos los gobiernos de la tierra. Será tu cadáver por comida a toda ave del cielo y a los animales de la tierra, y no habrá quien los espante. Yahweh te herirá con la pústula de Egipto, con tumores, con costras y con una completa destrucción de la que no podrás ser curado. Yahweh te herirá con locura, con ceguera y con consternación mental: palparás en pleno mediodía como palpa el ciego en la penumbra y no prosperarás en tus caminos, y no serás sino oprimido y despojado todos los días sin que haya quien te salve. Te casarás con una mujer y otro se acostará con ella. Construirás una casa y no la habitarás. Plantarás una viña y no harás uso de ella. Tu buey será matado ante tus ojos y no comerás de él. Serás despojado de tu asno en tu propia presencia y no se te restituirá. Tu ganado ovino será dado a tus enemigos y no habrá quien te salve. Tus hijos y tus hijas serán dados a otro pueblo y tus ojos lo verán y desfallecerán todo el día; y no habrá nada de lo que puedas echar mano. El producto de tu tierra y de toda tu ardua labor lo comerá un pueblo al que no habrás conocido y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días. Y te volverás loco ante las cosas que verás con tus ojos. Yahweh te herirá con una pústula maligna en las rodillas y en las piernas, desde la planta del pie hasta tu coronilla, de la cual no podrás ser curado. Yahweh te conducirá a ti y al rey que hubieres puesto sobre ti a una nación a la cual no habrán conocido ni tú ni tus ancestros y servirás allí a otros dioses, la madera y la piedra. Y serás para objeto de espanto, para refrán y para burla entre todos los pueblos a los que te conduzca Yahweh. Sacarás mucha semilla al campo pero recogerás poco, pues lo devorará la langosta. Plantarás viñas y las labrarás, pero no beberás vino ni recogerás uvas porque el gusano las comerá. Tendrás olivares en toda tu frontera, pero no te ungirás con aceite porque tu aceituna se desgajará. Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti porque irán al exilio. Todos tus árboles y el producto de tu tierra serán consumidos por la langosta. El extranjero que reside en medio de ti ascenderá mucho por sobre ti y tu descenderás muy bajo. Será él quien preste y no tú; él será por cabeza y tú serás por cola. Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te perseguirán y te alcanzarán hasta que seas acabado, pues no habrás obedecido a la voz de Yahweh tu Dios para observar sus mandamientos y sus leyes que él te mandó; y las mismas serán en ti y en tu descendencia por señal y por maravilla permanentes. Puesto que no habrás servido a Yahweh tu Dios con alegría y con buena disposición por la abundancia de todas las cosas, servirás a tus enemigos que Yahweh enviará en medio de ti con hambre, con sed, con desnudez y con falta de todas las cosas, y pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro hasta acabarte. Traerá Yahweh contra ti una nación de lejos, del fin de la tierra, como el vuelo del águila, una nación cuya lengua no habrás oído nunca, una nación de rostro insolente que no tendrá piedad del anciano ni del muchachito y que comerá el producto de tus animales y de tu tierra hasta acabarte, sin dejarte grano ni mosto ni aceite ni las crías de tu ganado vacuno ni los rebaños de tu ganado ovino hasta acabarte. Y te asediará en la entrada de todas tus ciudades hasta caer todos tus muros altos y reforzados en los que te confías en todo tu país; te asediará, en efecto, en todas las entradas de tus ciudades y en todo el país que Yahweh tu Dios te había dado. Y comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que Yahweh te había dado, en el asedio y en la necesidad con la que te oprimirá tu enemigo. El hombre tierno en medio de ti y el muy delicado mirará con mal ojo a su hermano, a su mujer entrañable y al resto de sus hijos que le quedaren para no dar a ninguno de ellos la carne de sus hijos que él comiere, por no haberle quedado nada en el asedio y la necesidad con la que te oprimirá tu enemigo en la entrada de todas tus ciudades. La tierna en medio de ti y la muy delicada, la que no se atreve siquiera a pisar el piso con la planta de su pie de tanta delicadeza y ternura, mirará con mal ojo a su hombre entrañable, a su hijo, a su hija —tanto al recién nacido que ha salido de entre sus piernas como al resto de sus hijos que ha criado—, ya que por la falta de todo los comerá en secreto en el asedio y la necesidad con la que te oprimirá tu enemigo en la entrada de todas tus ciudades. Si no cuidares de practicar todas las cosas de esta instrucción escritas en este libro, con temor de este nombre glorioso y temible, el de Yahweh tu Dios, hará Yahweh asombrosas tus plagas y las plagas de tu descendencia —plagas grandes y persistentes y enfermedades malignas e igualmente persistentes— y traerá en medio de ti todas las dolencias de Egipto frente a las cuales estuviste aterrorizado y no te dejarán; también toda enfermedad y toda plaga que no esté escrita en el libro de esta instrucción, Yahweh la traerá sobre ti hasta acabarte. Y quedarán pocos en número, en lugar de haberse multiplicado como las estrellas del cielo, por no haber obedecido a la voz de Yahweh tu Dios. Y sucederá que tal como Yahweh se regocijaba con ustedes para beneficiarlos y multiplicarlos, así se regocijará Yahweh con ustedes para arruinarlos y acabarlos; y serán arrancados de la tierra en la cual entras para poseerla. Y te dispersará Yahweh entre todos los pueblos desde un extremo de la tierra hasta el otro, y allí servirás a otros dioses a los cuales no habían conocido ni tú ni tus ancestros, la madera y la piedra. Y no tendrás, entre tales naciones, ni un momento de tranquilidad, ni tendrá descanso la planta de tu pie, pues Yahweh te dará allí una mente aprensiva, ojos desfallecientes y un ánimo depresivo, y tu vida penderá delante de ti, teniendo miedo de noche y de día sin tener certidumbre de tu vida. Por la mañana dirás: “¡Quién diera que ya fuese el atardecer!” Y al atardecer dirás: “¡Quién diera que ya fuese la mañana!”, debido al miedo de tu mente con que estarás amedrentado y a las cosas que verán tus ojos. Y Yahweh te hará volver a Egipto en naves, por el camino que te había dicho “No volverás a verlo” y allí serán vendidos a sus enemigos como esclavos y esclavas, pero no habrá quién los compre.