El libro de los Salmos cuenta con varios ordenamientos en base a diversas categorías. Una de tales categorías la constituyen los títulos que encabezan casi todos los salmos que lo componen, títulos sólo incluidos por entero en su versión original hebrea y que se encuentran, todos ellos, pletóricos de indicaciones proféticas para el final de la era presente. La serie que en su encabezamiento incluye la directiva “No corrompas” —comprendida por los salmos 57 al 59 y por el salmo 75— es un ejemplo de ello, al punto de encontrarse inserta, de hecho, en el griego del libro de Apocalipsis.
Al director. “No corrompas”. Mictam de David de cuando envió Saúl a vigilar la casa para darle muerte.
¡Líbrame, Dios, de mis enemigos! ¡Ponme a seguro en lo alto de los que se alzan contra mí! ¡Líbrame de los que practican iniquidad y sálvame de los hombres sanguinarios! ¡Pues mira: acechan mi vida! ¡Se apostan en torno a mí fuertes, no por mi transgresión ni por mi pecado, Yahweh! ¡Sin iniquidad de mi parte, corren y se aprestan! ¡Despierta ante mi clamor y mira!
¡Tú, Yahweh Dios de los ejércitos, Dios de Israel, levántate para castigar a todas las naciones! ¡No muestres favor a ninguno de los traidores inicuos!
Vuelven al atardecer, ladran como un perro y rodean la ciudad. Mira cómo profieren cosas con sus bocas, con espadas en sus labios, ya que dicen “¿Quién nos escucha?” Pero tú, Yahweh, te reirás de ellos; te burlarás de todas las naciones.
¡Fuerza mía, en pos de ti estaré vigilante! ¡Ya que Dios es quien me pone a seguro en lo alto!
El Dios de mi misericordia se me adelantará; Dios me hará ver a los que me son enemigos. No los mates, no sea que mi pueblo olvide: hazlos temblar con tu poder y abájalos, Señor, escudo nuestro. Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios, serán atrapados en su soberbia, y por la maldición y la mentira que esparcen. ¡Consúmelos con tu ardiente enojo! ¡Consúmelos y ya no serán! ¡Y que se sepa que Dios gobierna en Jacob hasta los confines de la tierra! (selah)
Vuelven al atardecer, ladran como un perro y rodean la ciudad. Van ellos errantes buscando qué comer; y si no se sacian, refunfuñan. ¡Pero yo cantaré a tu fuerza; y hacia la mañana me exaltaré en tu misericordia, pues me has sido resguardo en lo alto y refugio en el día de mi angustia!
¡Fuerza mía, en pos de ti cantaré! ¡Ya que Dios es quien me pone a seguro en lo alto, el Dios de mi misericordia!