El salmo 69 se ha constituido desde siempre en un texto que invita a la perplejidad y a la confusión de los comentaristas cristianos de todos los tiempos. Y es que si, por un lado, algunas de las imágenes que propone tuvieron un cumplimiento literal en torno a la cruz que padeció el Señor Jesucristo, por el otro, nadie podría atribuir a este la insensatez y las culpas que el salmista consigna en primera persona, a manera de confesión, ni explicarse, por ende, por qué el apóstol Pablo y otros autores del Nuevo Testamento atribuyen resueltamente al Cristo semejantes confesiones.
Al director. Sobre “Lirios”. De David
¡Sálvame, Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma! ¡Me he hundido en el limo de la profundidad del mar y no hay dónde hacer pie; he venido a los profundos valles de las aguas y la corriente me ha anegado!
Me he cansado en mi clamor: mi garganta está seca, mis ojos desfallecieron por la espera de mi Dios. Se han vuelto más numerosos que los cabellos de mi cabeza los que me detestan por nada; se han hecho muy fuertes mis exterminadores, mis fraudulentos enemigos: ¿he de pagar, entonces, por lo que no tomé?
Dios: tú conoces mi insensatez, y mis culpas no te están ocultas. ¡Que no se avergüencen por mí los que esperan en ti, Señor Yahweh de los ejércitos! ¡Que no sean confundidos por mí los que te buscan, Dios de Israel! Ya que por ti he cargado con el reproche y la confusión ha cubierto mi rostro. He sido un extraño para mis hermanos y un extranjero para los hijos de mi madre. Ya que el celo de tu casa me ha consumido, y los reproches de los que te reprochaban han caído sobre mí. Lloro con el ayuno de mi alma y se me convierte en reproches. Me pongo por vestidura cilicio y vengo a serles como un refrán. Chismosean sobre mí los que se sientan a la puerta y soy la canción burlesca de los que beben cervezas.
¡Pero yo ya había orado a ti, Yahweh, en el tiempo de la aceptación! ¡Por tu mucha bondad, Dios, respóndeme con la fidelidad de tu salvación! ¡Líbrame del lodo y que no me hunda yo! ¡Sea librado de los que me detestan y de los profundos valles de las aguas! ¡Que no me arrastre la corriente de las aguas, ni me engulla la profundidad del mar ni cierre el pozo su boca sobre mí!
¡Respóndeme, Yahweh, ya que tu bondad es benevolente! ¡Dirige tu rostro hacia mí según tus muchas compasiones! ¡Y no ocultes tu rostro de tu siervo, ya que estoy en angustia! ¡Apresúrate! ¡Respóndeme! ¡Acércate a mí vida! ¡Redímela! ¡Rescátame a causa de mis enemigos!
Tú has conocido mi afrenta, mi vergüenza y mi confusión. Delante de ti están todos mis angustiadores. La afrenta ha roto mi corazón y me debilito. Y espero compasión y no la hay; y consoladores, y no los he encontrado. Además, me ponen hiel por comida y en mi sed me dan a beber vinagre.
¡Que su mesa sea ante ellos mismos por lazo, y lo que es para sus buenos pasares por trampa! ¡Que sus ojos se oscurezcan para no ver y haz temblar sus cinturas permanentemente! ¡Derrama sobre ellos tu indignación y que el furor de tu enojo les de alcance! ¡Que su morada quede desolada y que no haya morador en sus tiendas! ¡Pues acosaron al que tú mismo habías golpeado y cuentan los dolores de tus heridos! ¡Pon iniquidad sobre su iniquidad y que no entren en tu justicia! ¡Sean raídos del libro de los vivientes y no sean inscritos junto con los justificados!
¡Pero a mí, afligido y doliente, tu salvación, Dios, me pondrá en alto! ¡Alabaré el nombre de Dios con una canción y lo ensalzaré con acción de gracias! Y será esto para Yahweh mejor que el sacrificio de un buey, de un animal vacuno con cuernos y pezuñas. Y habiéndolo visto los afligidos, se alegrarán los que buscan a Dios. ¡Y el corazón de ustedes vivirá! Porque Yahweh escucha a sus necesitados y no desprecia a sus prisioneros…
¡Alábenlo el cielo, la tierra, los mares y todo lo que en ellos pulula! ¡Ya que Dios salvará a Sión y construirá las ciudades de Judá! ¡Y habitarán allí y la poseerán! ¡Los descendientes de sus siervos la heredarán y los que aman su nombre se asentarán en ella!