Salmo 80

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Al igual que otros textos de la colección que lo incluye, el Salmo 80 se presenta como una contundente súplica por la restauración, elevada a Yahweh por parte de su pueblo en el final de la presente era. En él, Israel es presentado como una viña que el Señor plantó para sí, tal como la viña mencionada en el capítulo 5 del libro de Isaías. Su texto, sin embargo, presenta algunos detalles proféticos que sólo pueden ser discernidos desde su texto hebreo; y esto último, además, tan sólo contando con la asistencia del mismo espíritu profético que lo ha inspirado.


 

 Al director. En pos de los Lirios del testimonio. De Asaf.

¡Presta oídos, pastor de Israel, que guías como al rebaño a José, que te posas sobre los querubines! ¡Resplandece! Delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés, ¡azuza tu vigor y encamínate a librarnos! ¡Restáuranos, Dios: haz resplandecer tu rostro y seremos librados!

¿Hasta cuándo, Yahweh, Dios de los ejércitos, estarás airado con la oración de tu pueblo? Les diste a comer un pan de lágrimas y les diste a beber lágrimas por triplicado. Nos pusiste por objeto de disputa de nuestros vecinos y nuestros enemigos se burlan de ello.

¡Restáuranos, Dios de los ejércitos: haz resplandecer tu rostro y seremos librados!

Hiciste brotar una vid desde Egipto; echabas fuera naciones y la plantabas. Preparaste lugar delante de ella; dabas arraigo a sus raíces y llenaba la tierra. Los montes se cubrieron con su sombra; y con sus ramas, los cedros de Dios. Enviaba sus cosechas hacia el mar y hasta el río sus renuevos. ¿Por qué has roto sus cercas y la vendimian todos los que pasan por el camino? La destroza el jabalí del monte y el animal del campo se alimenta de ella.

¡Te rogamos que vuelvas, Dios de los ejércitos! ¡Contempla desde el cielo y ve! ¡Y visita esta vid, la planta que plantó tu derecha —y al hijo que afirmaste para ti—, porque está quemada al fuego, derribada! ¡Aniquílalos con la reprensión de tu presencia! ¡Que tu mano esté sobre el hombre de tu derecha, sobre el hijo de hombre que afirmaste para ti y así no retrocederemos alejándonos de ti! ¡Nos harás revivir e invocaremos tu nombre!

¡Restáuranos, Yahweh, Dios de los ejércitos: haz resplandecer tu rostro y seremos librados!

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