Salmo 26

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En el salmo 26, David, su autor, sugiere a Yahweh el poner a prueba su manera de comportarse y aun sus más íntimos pensamientos e intenciones, representados estos, en el antiguo estilo hebreo, en su corazón y en sus mismas entrañas. Semejante certeza le es dada, entre otras cosas, por su concienzuda evitación de toda compañía de aquellos hombres cuyas actitudes e intereses hacen patente una total ausencia de Yahweh en sus pensamientos. Por lo demás, el carácter profético del presente salmo se pone en evidencia en el deseo manifiesto de contemplar la gloria de Yahweh en su mismísima morada.


 

De David

Júzgame, Yahweh, pues yo he andado en mi integridad y en Yahweh he puesto mi certeza, por lo cual no me deslizo. Examíname, Yahweh, y pruébame: pon a prueba mis entrañas y mi corazón. Ya que tu gracia está frente a mis ojos y ando en tu lealtad. No me he sentado junto a hombres vacuos ni me allego a los que se conducen en lo oculto. He aborrecido la reunión de los malignos; y con los impíos ni aun me siento. Lavo mis palmas en inocencia, Yahweh, a fin de rondar tu altar para hacer públicas con acción de gracias y contar todas tus maravillas. He amado, Yahweh, la sede de tu casa y el lugar de la morada de tu gloria.

¡No quites mi alma junto a la de los pecadores, ni junto a la de los hombres sanguinarios mi vida, junto a aquellos en cuyas manos hay planes malvados y en cuya derecha hay soborno! Pero yo ando en mi integridad: ¡redímeme y muéstrame tu gracia!

Mi pie está firmemente parado sobre la rectitud. Te bendeciré, Yahweh, entre las congregaciones…