A diferencia del resto de los que comparten su tema principal, el Salmo 99 —otro salmo apoteótico de Yahweh que celebra el reinado de este en la tierra— dirige la mirada hacia el trato de Dios con su pueblo, mayormente mediante alusiones a los días del tabernáculo de reunión, en los tiempos en que se aparecía a Moisés y a Aarón sobre los dos querubines que adornaban el propiciatorio del arca del pacto. Este último tiene, a su vez, reminiscencias del Día de la Expiación, en el cual la justicia de Yahweh aun se manifestaba en tipos y en sombras.
¡Yahweh se ha puesto a reinar! ¡Se estremecen pueblos! ¡El que se sienta sobre querubines hace temblar la tierra!
Yahweh es grande en Sión; y se exalta, él, por sobre todos los pueblos. ¡Que den gracias a tu nombre, el cual es grande y terrible, santificado! Y la fuerza del rey ama el juicio. Tú has establecido la rectitud; has hecho, tú mismo, juicio y justicia en Jacob…
¡Exalten a Yahweh nuestro Dios y reverencien el estrado de sus pies, el cual ha sido santificado!
Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, y Samuel, entre quienes invocan su nombre; ellos son los que invocaban a Yahweh y él les respondía. En una columna de nube hablaba Yahweh: ellos guardaban sus testimonios y el decreto que les dio. Yahweh, Dios nuestro, tú les respondiste: ¡les fuiste un Dios expiatorio, así como también un vengador de sus malas acciones!
¡Exalten a Yahweh nuestro Dios y reverencien su santo monte! ¡Pues Yahweh nuestro Dios, él ha sido santificado!
