El trasfondo profético del salmo 53 es el de un tiempo en el que el pueblo de Dios se encontraría diezmado por el enemigo. Su autor traza en él una semblanza de este último y la contrasta con el estado de indefensión en el que Yahweh, en su absoluta soberanía y a manera de dura disciplina, sumiría a su pueblo previamente al fin de la era presente. Es precisamente este contraste que predomina a lo largo del salmo el que augura la salvación del pueblo al final de este proceso, una vez que los propósitos de Yahweh se hubiesen cumplido.
Al director. Sobre Majalát. Masquíl de David.
Dice el estúpido en su corazón: “No hay Dios”. Han sembrado corrupción, han cometido abominables actos de crueldad. ¡No hay quien haga el bien!
Yahweh, desde el cielo, se ha asomado sobre los seres humanos para ver si hay alguno que discierna y busque a Dios: “¡Todos se han apartado al unísono! ¡Se han contaminado! ¡No hay quien haga el bien! ¡No hay siquiera uno!”
¿Acaso no tienen conciencia todos los que obran iniquidad? Los que devoran a mi pueblo como si comiesen pan, no han invocado a Yahweh. Allí mismo temblarán de miedo, pues Dios está con la generación del justo. Desprecian el plan del afligido porque Yahweh es su refugio…
¿Quién concederá desde Sión la salvación de Israel? Al restituir Yahweh a la cautividad de su pueblo, ¡se regocijará Jacob, se alegrará Israel!