Salmo 113

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El Salmo 113 da inicio a la serie conocida como el Halél, la cual se extiende hasta el Salmo 118, una serie de salmos que solían entonar quienes peregrinaban a la ciudad de Jerusalén de tiempos del segundo templo durante las fiestas principales, mayormente la fiesta de la Pascua. El presente salmo trata mayormente de la dichosa y poderosa singularidad de Yahweh, la cual es garante no solamente de la dicha de quienes han experimentado su gracia en la era presente, sino incluso de aquellos de entre las naciones que lo harán en la era venidera y aun más allá.


 

¡Alaben a Yah!

¡Alaben, siervos de Yahweh! ¡Alaben el nombre de Yahweh! ¡Que sea el nombre de Yahweh bendito desde ahora y hasta siempre! ¡Digno de ser alabado es el nombre de Yahweh, desde la salida del sol hasta su puesta!

Yahweh se exalta por sobre todas las naciones, pues su gloria está sobre los cielos. ¿Quién hay como Yahweh nuestro Dios, que se encarama para tomar asiento, que se humilla para mirar en el cielo y en la tierra; que levanta al pobre desde el polvo, que exalta al necesitado desde el estercolero para hacerlo sentar con los nobles, con los de noble carácter de su pueblo; que hace habitar en la familia a la estéril y la hace una feliz madre de hijos?

¡Alaben a Yah!