Salmo 109

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Al comienzo mismo de los Hechos de los Apóstoles, aplicándolas a la traición de Judas contra el Señor y a su reemplazo entre los apóstoles, el apóstol Pedro cita unas palabras del Salmo 109, acaso el más duro de todos los que integran el Libro de los Salmos. Se ignora, de hecho, qué episodio de la vida de David, su autor, ha dado el contexto para la composición del mismo. Pero la dedicatoria en su título de encabezamiento y la cita de Pedro dejan en claro que se trata de una profecía del Cristo en el final de la era.


 

Al director. De David. Salmo.

¡Dios de mi alabanza, no calles! Porque se ha abierto contra mí una boca impía y una boca fraudulenta, me han hablado con una lengua engañosa. Y me rodean con palabras de odio y me combaten gratuitamente. En pago de mi amor me son adversos; en cambio, yo soy una oración. Depositan sobre mí el mal en pago del bien y odio en pago de mi amor…

¡Pon sobre él a un impío y que un acusador se pare a su derecha! ¡Que al ser juzgado su veredicto sea “impío” y que su oración le sea pecado! ¡Que sus días sean pocos y que otro tome su oficio! ¡Que sus hijos sean huérfanos y su mujer viuda! ¡Que sus hijos vaguen de continuo y mendiguen y que procuren su vida en sus lugares desolados! ¡Que un acreedor tome todo lo que es suyo y que extraños saqueen el producto de su ardua labor! ¡Que no tenga quien le extienda su bondad ni haya quien muestre gracia a sus huérfanos! ¡Que su posteridad sea cortada y que en la siguiente generación sea raído su nombre! ¡Que venga a Yahweh el recuerdo de la iniquidad de sus padres y que el pecado de su madre no sea borrado! ¡Que esté siempre frente a Yahweh y que corte él de la tierra su memoria, debido a que no se acordó de hacer bondad, sino que acosaba a un hombre afligido y necesitado y al de corazón aplastado para darle muerte! Amaba la maldición y esta le sobrevendrá; y no se deleitó en la bendición, por lo que esta se alejará de él. Se vestía de maldición como de su vestimenta y esta entrará como aguas en lo más íntimo de él y como aceite en sus huesos. Que le sea como un vestido que lo cubre y como un cinto que lo ciñe de continuo. Que tal sea la paga de Yahweh a mis acusadores y a los que hablan mal de mi alma…

¡Y tú, Yahweh, Señor, obra conmigo por amor de tu nombre, porque buena es tu gracia! ¡Líbrame! Porque yo estoy afligido y necesitado, y mi corazón está herido en lo más íntimo de mí. Me he estado yendo como una sombra que declina, sacudido como una langosta. Mis rodillas se han debilitado por el ayuno y mi carne está falta de gordura. Yo les he sido un objeto de desprecio: me miraban y movían sus cabezas…

¡Ayúdame, Yahweh, mi Dios! ¡Sálvame conforme a tu gracia! ¡Y así entenderán que esta es tu mano, que tú, Yahweh, lo has hecho! Maldigan ellos y bendice tú. Que se levanten y sean avergonzados, pero que tu siervo se alegre. Que mis acusadores se vistan de confusión y que su vergüenza los cubra como un manto.

¡Yo daré en gran manera las gracias a Yahweh con mi boca! ¡Y en medio de muchos lo alabaré! Pues él se para a la derecha del necesitado para salvarlo de los que juzgan su alma.

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