Rut

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Parte integrante de la colección que compone los Escritos tercera y última sección de los textos hebreos y arameos de las Escrituras—, el libro de Rut constituye un ejemplo conspicuo de intertextualidad profética. Sus vínculos con el Salmo 45 y con el Cantar de los Cantares entre otros textos son, además de innegables, un firme señalamiento del carácter y de los temas de la era que viene: la redención de la iglesia por parte del Cristo, así como también su matrimonio y su descendencia como preámbulo de la renovación de todas las cosas durante su reinado sobre la tierra.


 

1

Sucedió en los días en que lideraron los caudillos que hubo una hambruna en el país. Y un hombre de Belén de Judá se fue a morar en los campos de Moab, él, su mujer y sus hijos. El nombre de este hombre era Elimelec, el nombre de su mujer era Noemí, y el nombre de sus dos hijos era Majlón y Quelión, efratitas de Belén de Judá. Y llegaron a los campos de Moab y se quedaron allí.

Y murió Elimelec, el marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, quienes tomaron para sí mujeres moabitas: el nombre de una era Orfa y el nombre de la otra era Rut. Y habitaron allí como diez años. Y murieron también ellos dos, Majlón y Quelión, por lo que quedó la mujer sin sus hijos y sin su esposo.

Entonces se levantó ella junto con sus nueras y regresó desde los campos de Moab, ya que en los campos de Moab oyó que Yahweh había visitado a su pueblo para brindarles alimento. Y salió del lugar en el cual estaba, y sus dos nueras estaban con ella; y comenzaron a caminar a fin de volver al país de Judá.

Y decía Noemí a sus dos nueras: “¡Váyanse! ¡Vuelva cada cual a la casa de su madre! Que Yahweh les muestre su bondad, tal como ustedes la han mostrado con los muertos y conmigo. Que Yahweh les conceda el hallar reposo, cada cual en la casa de su esposo”. Y las besó. Y ellas, alzando su voz, lloraron, diciéndole: “¡Ciertamente regresaremos contigo a tu pueblo!” Pero Noemí dijo: “¡Vuélvanse, hijas mías! ¿Para qué vendrían conmigo? ¿Es que aún me quedan hijos en las entrañas que fueran a ser sus esposos? ¡Vuélvanse, hijas mías, y váyanse! Pues yo ya he envejecido para tener un esposo. Y es que aunque dijese ’Aun hay esperanza para mí’ y estuviese esta misma noche con un esposo e incluso diese a luz hijos, ¿acaso irían ustedes a esperarlos hasta que ya estuviesen crecidos? ¿Acaso se privarían a sí mismas de tener un esposo? ¡No, hijas mías! ¡Cuánta más es mi mucha amargura que la de ustedes, ya que la mano de Yahweh ha salido contra mí!” Entonces ellas alzaron su voz y lloraron nuevamente. Y Ofra se despidió de su suegra con un beso; pero Rut se apegó a ella…

Y Noemí dijo: “Mira, tu concuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete detrás de tu concuñada…” Pero Rut dijo: “No me ruegues que te abandone y me vuelva, alejándome de ti. Porque yo iré adonde tú vayas; y donde sea que vayas a residir, allí residiré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde sea que vayas a morir, también moriré yo, y allí seré sepultada. ¡Así me haga Yahweh y así me añada si es que no me separara de ti sólo la muerte!” Y veía Noemí que estaba muy resuelta a ir con ella, por lo cual dejó de hablar con ella.

Y caminaron ellas dos hasta que llegaron a Belén. Y sucedió que, cuando llegaron a Belén, toda la ciudad se alteró. Y decían “¿Es esta Noemí?” y ella les decía: “No me llamen Noemí; llámenme Mara, ya que el Todopoderoso me ha amargado en gran manera. Me había ido llena, pero Yahweh me ha hecho regresar vacía. ¿Por qué me irían a llamar Noemí, siendo que Yahweh ha testificado contra mí y el Todopoderoso me ha hecho mal?”

Y regresó, entonces, Noemí; y Rut, la moabita, su nuera, regresó con ella desde los campos de Moab. Y llegaron a Belén de Judá al comienzo de la cosecha de la cebada.

2

Noemí tenía un pariente por parte de su marido, alguien valiente y de recursos de la familia de Elimelec cuyo nombre era Bóaz. Y Rut la moabita dijo a Noemí: “Permíteme ir al campo para espigar entre las espigas, siguiendo a aquel en cuyos ojos halle gracia”. Y esta le respondió: “Ve, hija mía”. Ella, entonces, fue. Y, al llegar, comenzó a espigar en el campo siguiendo a los cosechadores. Y vino a resultar que aquella parcela de campo era de Bóaz, el que era de la familia de Elimelec...

Y he aquí que Bóaz vino desde Belén y dijo a los cosechadores “¡Que Yahweh esté con ustedes!” Y ellos le dijeron “¡Que Yahweh te bendiga!” Y Bóaz dijo a su criado, al que estaba a cargo de los cosechadores: “¿De quién es esta joven?” Y el criado que estaba a cargo de los cosechadores respondió diciendo: “Ella es una joven moabita, la que volvió junto a Noemí de los campos de Moab; y me dijo: ‘Permíteme espigar y juntar entre las gavillas, siguiendo a los cosechadores”. Así que vino y está apostada desde entonces, por la mañana, y hasta ahora mismo, sin volver a la casa por un instante.

Y Bóaz dijo a Rut: “¿No lo has escuchado, hija mía? No vayas a espigar a otro campo ni tampoco te muevas de este. Siendo así, entonces, pégate a mis criadas. Que tus ojos estén atentos al campo en el que estén cosechando y síguelas… ¿Acaso no he dado yo orden a los criados de que no se te acerquen? Y cuando tengas sed, ve hasta los cántaros y bebe de lo que traen los criados…” Y ella se postró sobre su rostro inclinándose hasta el suelo, y le dijo: “¿Cuándo es que he hallado gracia en tus ojos como para que te fijaras en mí, siendo yo una extranjera?” Y respondió Bóaz diciéndole: “Te aseguro que me han contado todo lo que hiciste con tu suegra luego de la muerte de tu marido, y que has dejado a tu padre y a tu madre y el país en que naciste para venir hacia un pueblo al que hasta antes de ayer no conocías. ¡Yahweh recompensará tu acción! ¡Y que tu retribución sea completa de parte de Yahweh, bajo cuyas alas viniste a refugiarte!” Y ella dijo: “¡Que halle yo gracia en tus ojos, mi señor, ya que me has consolado y has hablado al corazón de tu criada! ¡Y yo no soy ni siquiera como una de tus criadas!”

Luego, hacia la hora de la comida, Bóaz le dijo: “Acércate aquí y come del pan y moja tu bocado en el vinagre…” Entonces ella se sentó al lado de los cosechadores y él le sirvió grano tostado. Y ella comió, se sació e incluso le sobró. Y al levantarse ella para espigar, Bóaz dio orden a sus criados, diciendo: “Que espigue también entre las gavillas. ¡Y no vayan ustedes a ponerla en vergüenza! Saquen incluso para ella de los manojos y déjenlos para que ella los espigue. ¡Y no vayan ustedes a reprenderla!”

Y Rut estuvo espigando en el campo hasta el atardecer. Y desgranó lo que había espigado y resultó que era como un efa de cebada. Entonces lo alzó para cargarlo y vino a la ciudad; y su suegra vio lo que había espigado. También sacó de lo que le sobró de la comida luego de haberse saciado y se lo dio. Y le dijo su suegra: “¿Dónde estuviste espigando hoy? ¿Y hasta cuándo has estado trabajando? ¡Bendito sea el que se fija en ti!” Y ella le contó a su suegra junto a quién había estado trabajando; y le dijo un nombre: “Aquel junto a quien estuve trabajando hoy es Bóaz…”

Y dijo Noemí a su nuera: “¡Él es un bendito de Yahweh que con su bondad no ha desamparado ni a los vivos ni a los muertos!” Entonces Noemí le dijo: “El hombre nos es un pariente cercano; él es uno de nuestros redentores.” Entonces le dijo Rut la moabita: “¡Es que además me dijo: ’Pégate a mis criados hasta que hayan terminado con toda mi cosecha’!” Y dijo Noemí a su nuera Rut: “Es bueno, hija mía, que salgas junto a sus criados para que no se te acerque nadie en otro campo”.

Y Rut se pegó a las criadas de Bóaz hasta terminar la cosecha de la cebada y la cosecha del trigo. Mientras tanto, vivía con su suegra…

3

Y le dijo su suegra Noemí: “Hija mía, ¿es que acaso no te estoy buscando yo una situación de reposo que te traiga el bien? Y ahora, ¿no es Bóaz, con cuyas criadas estuviste, nuestro pariente? Fíjate que esta noche él estará aventando en el granero las gavillas de cebada. Tú te lavarás y te ungirás, te pondrás tu vestido y descenderás al granero, pero no te darás a conocer al hombre hasta que haya terminado de comer y de beber. Y sucederá que, al acostarse él, reconocerás el lugar en el que se acuesta, irás allí y, descubriendo sus pies, te acostarás; y él te dirá lo que vayas a hacer.” Y ella le respondió: “Haré todo lo que me dices”.

Descendió, por lo tanto, al granero, e hizo todo lo que le mandó su suegra. Y Bóaz comió, bebió, se puso alegre y se fue a acostar a un lado del montón. Entonces ella vino con sigilo, descubrió sus pies y se acostó. Y sucedió que en mitad de la noche el hombre se estremeció, se dio vuelta y he aquí que había una mujer acostada a sus pies. Y dijo él: “¿Quién eres tú?” Y ella respondió: “Yo soy tu sierva Rut. Extiende el borde de tu manto sobre tu sierva, ya que tú eres un redentor”. Y él dijo: “¡Eres una bendita de Yahweh, hija mía! ¡Has hecho de tu gracia postrera algo mejor que la primera, rehusando ir en pos de los jóvenes, ya sean pobres o ricos! Y ahora, hija mía, no temas: todo lo que me decías es lo que haré contigo, ya que sé por todo mi pueblo que tú eres una mujer valiosa. Y ahora, aunque es verdad que yo soy un redentor, hay también un redentor que es más cercano que yo. Pasa aquí la noche y, cuando sea la mañana, si él te redimiere, bien, que te redima; pero si no le complaciere redimirte, vive Yahweh que entonces te redimiré yo. Acuéstate, entonces, hasta la mañana…” Y ella se acostó a sus pies hasta la mañana y se levantó antes de que pudieran reconocerse el uno al otro. Y él dijo: “Que no se sepa que ha venido una mujer al granero…” Luego dijo: “Da aquí el manto que traes sobre ti y sostenlo”. Y mientras ella lo sostenía, él midió seis medidas de cebada y las puso sobre él. Luego, ella se volvió a la ciudad…

Y al llegar donde su suegra, esta le dijo: “¿Qué tal, hija mía?” Y ella le contó todo lo que el hombre hizo con ella. Y dijo: “Me dio estas medidas de cebada, porque me dijo ‘No vayas donde tu suegra con las manos vacías…’” Y esta le dijo: “Relájate, hija mía, hasta que te enteres cómo concluye el asunto, ya que el hombre no se quedará quieto hasta que haya terminado con el asunto hoy mismo…”

4

Y Bóaz ascendió a la puerta de la ciudad y se sentó allí. Y vean, pasaba el redentor del que Bóaz había hablado, y le dijo: “¡Eh, Fulano! ¡Ven y siéntate aquí!” Y él fue y se sentó. Entonces Bóaz tomó a diez hombres de entre los ancianos de la ciudad y les dijo: “Siéntense aquí”. Y ellos se sentaron. Y dijo al redentor: “Noemí, la que ha regresado de los campos de Moab, vende el terreno del campo que era de nuestro hermano Abimélec. Y yo dije de revelarlo en tu oído, diciéndote ‘Adquiérelo frente a los aquí sentados, frente a los ancianos de mi pueblo: si es que vas a redimir, redime; y si no vas a redimir, decláramelo y lo sabré, ya que no hay otro aparte de ti para redimir, y yo después de tí’”. Y él dijo: “Yo redimiré”. Y dijo Bóaz: “En el día en que adquieras el campo de manos de Noemí, deberás también adquirir a Rut la moabita, la mujer del difunto, para restaurar el nombre del difunto a su heredad”. Dijo entonces el redentor: “No podré redimir para mí, no sea que perjudique mi propia heredad. Redime tú para ti lo que yo debería redimir, pues yo no podré redimirlo…” Y había de antaño esta cosa en Israel respecto de la redención y respecto de las transacciones: para confirmar todo asunto uno se quitaba su sandalia y la daba a la otra parte. Y tal cosa valía por testimonio en Israel. Así que el redentor dijo a Bóaz “Redime tú”, y se quitó su sandalia…

Entonces Bóaz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: “Ustedes son hoy testigos de que he adquirido todo aquello que era de Elimélec y todo aquello que era de Quelión de manos de Noemí. Y también he adquirido para mí a Rut la moabita, la mujer de Majlón, a fin de restaurar el nombre del difunto a su heredad y que no sea cortado el nombre del difunto de junto a sus hermanos. Y desde la puerta de su lugar, ustedes son hoy testigos…” Y dijo todo el pueblo y los ancianos que estaban en la puerta: “¡Somos testigos! Que Yahweh haga a la mujer que ingresa en tu familia como a Raquel y como a Lea, que construyeron —ambas dos— la familia de Israel. Hazte valioso en Efrata y de renombre en Belén. Y que tu familia sea como la familia de Fares —el que Tamar dio a luz a Judá— por la descendencia que te dará Yahweh de esta joven!”

Y tomó Bóaz a Rut, la cual se convirtió en su mujer, y se llegó a ella. Y Yahweh le concedió quedar encinta y dio a luz un hijo. Y decían las mujeres a Noemí: “¡Bendito sea Yahweh, que hoy no te ha negado un redentor! ¡Que su nombre sea aclamado en Israel! Pues él ha sido para ti restaurador de tu vida, aun para sustentar tu ancianidad; ya que tu nuera, que te ama y que te es mejor que siete hijos, lo ha dado a luz. Y tomó Noemí al niño y lo puso en su seno y fue su ama. Y las vecinas le pusieron nombre, diciendo: “¡Le ha nacido un niño a Noemí!” Y lo llamaron Obéd. Él fue el padre de Isaí, padre de David.

Esta es el registro genealógico de Fares: Fares engendró a Jesrón; y Jesrón engendró a Ram; y Ram engendró a Aminadáb; y Aminadáb engendró a Najsón; y Najsón engendró a Salmá; y Salmá engendró a Bóaz; y Bóaz engrendró a Obed; y Obed engendró a Isaí; e Isaí engendró a David.

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