Salmo 90

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Atribuido por su título a «Moisés, hombre de Dios», el Salmo 90 es una oración y una declaración profética acerca del pueblo de Dios en el final de la era, cuando ya todo se habría dicho y hecho a través del largo tiempo y cuando, por ende, sólo cabría esperar en la bondad que Dios despliega ante los corazones arrepentidos hasta la contrición. En tal sentido, podría considerárselo como una suerte de réplica al cántico que el propio Moisés entonara ante el pueblo como un testimonio para su posteridad, poco antes del cruce del Jordán hacia el país de Canaán.


 

 Oración de Moisés, hombre de Dios

Señor, una morada has sido tú para nosotros de generación en generación. Antes de que los montes fueran alumbrados, ya hacías retorcerse a la tierra y al mundo: desde siempre y hasta siempre, tú eres Dios.

Haces que el frágil humano se arrepienta de sus culpas hasta la contrición y dices: “¡Arrepiéntanse, hijos de la humanidad!” Y es que mil años son a tus ojos como el día de ayer cuando se pasa y como una vigilia de la noche. Los has derramado como líquido, un sueño serán, tal como por la mañana crece la hierba: por la mañana florece y crece, pero al ocaso es cortada y se seca.

¡Y es que fuimos terminados en tu indignación y en tu ardiente enojo nos hemos turbado! Pusiste nuestras iniquidades en frente de ti, nuestras cosas ocultas a la luz de tu rostro. Pues todos nuestros días declinan a causa de tu enojo: ¡hemos gastado nuestros años como un suspiro! Los días de nuestros años son setenta años —y si hay vigor, ochenta años— y la jactancia de ellos es ardua labor y pena, ya que rápidamente se pasa y volamos... ¿Quién conoce la fuerza de tu indignación e irá a temerla conforme a tu enojo, de manera de contar nuestros días? ¡Háznosla conocer y así traeremos al corazón sabiduría!

¡Vuelve Yahweh (¿hasta cuándo?) y aplácate respecto de tus siervos! ¡Sácianos por la mañana con tu bondad y estaremos exultantes y alegres todos nuestros días! ¡Alégranos según los días en que nos afligiste, los años en que hemos visto el mal! ¡Sea vista por tus siervos tu obra; y tu majestad, sobre sus hijos!

Sea el deleite del Señor nuestro Dios sobre nosotros. Y confirma sobre nosotros lo que han hecho nuestras manos. ¡Confirma, sí, lo que han hecho nuestras manos!