Salmo 147

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Continuando con la serie de alabanzas que ocupan el final del Libro de los Salmos, el Salmo 147 acota la exhortación a alabar a Yahweh a quienes integran su pueblo de ayer, de hoy y de la era que viene, representado en Jerusalén y en Sión. No sorprende, así, que su contexto sea el de dicha era venidera, tal como es el caso con el resto de las composiciones que dan término a la colección. El salmo culmina afirmando la gran singularidad histórica del pueblo de Yahweh, único al que este ha distinguido con el anticipado conocimiento de sus caminos.


 

¡Alaben a Yah, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios, porque es dulce y bella la alabanza!

Constructor de Jerusalén, Yahweh reunirá a los descastados de Israel. Él es el sanador de los de corazón roto y el que venda sus heridas; el que cuenta las estrellas y llama a todas ellas por su nombre. ¡Magnífico es nuestro Señor, y tiene mucha fuerza! ¡No hay manera de calcular su entendimiento! Yahweh es el que sustenta a los afligidos y el que abate a los impíos hasta el piso…

¡Canten a Yahweh con acción de gracias! ¡Canten salmos a nuestro Dios con el arpa! ¡Él es el que cubre los cielos con nubes; el que prepara lluvia para la tierra; el que hace brotar pasto en los montes; el que da al animal su alimento, así como también a las crías del cuervo que claman! No se deleita en el vigor del caballo ni se complace en las pantorrillas del hombre: Yahweh se complace en los que le temen, en los que esperan su gracia.

¡Elogia a Yahweh, Jerusalén! ¡Alaba, Sión, a tu Dios, pues ha reforzado los cerrojos de tus portales y ha bendecido a tus hijos dentro de ti! Él es quien pone bienestar en tu frontera y el que te saciará con lo más selecto del trigo. Él es quien envía su orden a la tierra: muy rápidamente corre su Palabra; el que da nieve como la lana y desparrama la escarcha como ceniza; el que lanza su hielo a manera de trozos: ante su frío, ¿quién estará en pié? ¡Él enviará su Palabra y los derretirá; su espíritu, y fluirán aguas!

Él es quien declara su Palabra a Jacob, sus leyes y sus juicios a Israel. No ha hecho así con ninguna otra nación; y en lo que hace a sus juicios, no los han reconocido en lo absoluto.

¡Alaben a Yah!