El trasfondo profético del salmo 14 es el de un tiempo en el que el pueblo de Dios se encontraría diezmado por el enemigo. Su autor traza en él una semblanza de este último y la contrasta con el estado de indefensión en el que Yahweh, en su absoluta soberanía y a manera de dura disciplina, sumiría a su pueblo previamente al fin de la era presente. Es precisamente este contraste que predomina a lo largo del salmo el que augura la salvación del pueblo al final de este proceso, una vez que los propósitos de Yahweh se hubiesen cumplido.
Al director. [1] De David.
Dice el estúpido en su corazón: “No hay Dios”. Han sembrado corrupción, han cometido abominables actos de crueldad. ¡No hay quien haga el bien!
Yahweh, desde el cielo, se ha asomado sobre los seres humanos para ver si hay alguno que discierna y busque a Dios: “¡Todos se han apartado al unísono! ¡Se han contaminado! ¡No hay quien haga el bien! ¡No hay siquiera uno!” [2]
¿Acaso no tienen conciencia todos los que obran iniquidad? Los que devoran a mi pueblo como si comiesen pan, no han invocado a Yahweh. Allí mismo temblarán de miedo, [3] pues Dios está con la generación del justo. Desprecian el plan del afligido [4] porque Yahweh es su refugio…
¿Quién concederá desde Sión [5] la salvación de Israel? Al restituir Yahweh a la cautividad de su pueblo, ¡se regocijará Jacob, se alegrará Israel!
Notas
[1] למנצח. Acerca de mi elección del término «director» para traducir מנצח, ver la nota 11 a mi traducción del libro de Habacuc.
[2] Aunque las traducciones conocidas suelen atribuir estas palabras al salmista, resulta más o menos evidente que las mismas son atribuidas por éste a Yahweh, del cual dice, precisamente, que “se ha asomado sobre los seres humanos para ver…”.
[3] La versión griega de la Septuaginta dice: ἐκεῗ ἐδειλίασαν φόβῳ οὗ οὐκ ἦν φόβος («allí se espantarán de miedo los que no tenían miedo»).
[4] עני. Este adjetivo se traduce generalmente como «pobre», «desdichado» o «afligido», tal como lo hago aquí. Sin embargo, según su contexto, la forma sustantiva ענו también significa «manso» y «humilde». Así, en este último sentido, en Números 12:3 leemos acerca de Moisés, quien había sido criado en la corte de Egipto y al que, por ende, sería extraño que la Escritura definiese como pobre: «Y este hombre Moisés era muy humilde (ענו), más que todos los seres humanos que había sobre la faz de la tierra».
[5] En un registro escatológico —y ciertamente tal es el registro en el que se ha de leer la inmensa mayoría, si es que no la totalidad de los salmos— Sión es la sede central del reino de Dios, donde se encuentra su trono y su morada, así como también donde moran sus santos. Así, en el Nuevo Testamento, el autor de la carta a los Hebreos, dice a sus destinatarios: “Pero ustedes han venido al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo —la Jerusalén celestial—, a la compañía de diez millares de ángeles, a una asamblea general y a la congregación de los primogénitos registrados en el cielo, a Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos perfeccionados, a Jesús, el mediador de un pacto renovado y a la sangre del rociamiento que habla mejor que la de Abel…” (Hebreos 12:22-24)