La carga de la palabra de Yahweh acerca de Israel (Zacarías 12-14)

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Tal como sucede con su predecesora, la segunda y última «carga» profética del libro de Zacarías debe ser sopesada no tanto en relación con los pasajes del evangelio de Juan que glosan partes de su contenido como con el contexto que la misma ofrece al discernimiento del lector. Éste deberá, por lo tanto, sortear la literalidad de los nombres y de las acciones a fin de acceder a una revelación del fin de la era presente y del establecimiento visible del reino de Dios. Tal es el espíritu que me ha inspirado a traducir su texto y a publicarlo aquí.


 

La carga de la palabra de Yahweh acerca de Israel.

Declara Yahweh, el que extiende los cielos, el que establece el fundamento de la tierra y el que forma el espíritu humano dentro de él:

“He aquí que yo pongo a Jerusalén por copón que hace tambalearse a todos los pueblos de en rededor; y también estará sobre Judá en el sitio a Jerusalén. Y sucederá en aquel día que pondré a Jerusalén por piedra de carga para todos los pueblos: todos los que la carguen serán lacerados, y todas las naciones se juntarán contra ella. En aquel día —declara Yahweh— heriré a todo caballo con estupefacción, y a su jinete con locura; abriré mis ojos sobre la casa de Judá y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera. Y dirán para sí mismos los jefes [1] de Judá: ‘Me son por fuerza los habitantes de Jerusalén en Yahweh de los ejércitos, el Dios de ellos…’ [2] En aquel día pondré a los capitanes [3] de Judá como brasero de fuego entre leños y como antorcha de fuego entre gavillas y consumirán a la derecha y a la izquierda, a todos los pueblos de en rededor; y Jerusalén será nuevamente habitada en su lugar, en Jerusalén.”

Y Yahweh salvará primeramente a las tiendas de Judá a fin de que no se engrandezca el esplendor de la casa de David y el esplendor del habitante de Jerusalén por encima de Judá. En aquel día Yahweh defenderá al habitante de Jerusalén: y aquel de entre ellos que trastabille en aquel día será como David, y la casa de David será como Dios, como un ángel de Yahweh [4] delante de ellos.

“En aquel día buscaré devastar a todas las naciones que vengan contra Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David y sobre el habitante de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplicas. Y me mirarán a mí, [5] a quien traspasaron, [6] y harán lamentación por él [7] como por un hijo único, amargándose por él [8] como quien se amarga por el primogénito. En aquel día se acrecentará la lamentación en Jerusalén como la lamentación de Hadad Rimón en el valle de Meguido. Y lamentará todo el país, todas y cada una de las familias [9] aparte: la familia de la casa de David aparte, y sus mujeres aparte; la familia de la casa de Natán aparte, y sus mujeres aparte; la familia de la casa de Leví aparte, y sus mujeres aparte; la familia de Simei aparte, y sus mujeres aparte; todas las familias que quedaren, todas y cada una de las familias [10] aparte, y sus mujeres aparte.

En aquel día habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para purificación del pecado y de la inmundicia. Y sucederá en aquel día —declara Yahweh de los ejércitos— que raeré los nombres de los ídolos y ya no serán más recordados, y haré obsoletos en la tierra a los profetas y al espíritu de la inmundicia. Y sucederá que cuando aún profetice algún varón, su padre y su madre que lo han engendrado [11] le dirán: “¡No vivirás, porque has hablado engaño en el nombre de Yahweh!” Y su padre y su madre que lo han engendrado lo traspasarán [12] en cuanto se ponga a profetizar. Y sucederá en aquel día que se avergonzarán los profetas —cada cual de su propia visión con que profetizaba— y ya no vestirán más el manto velludo para decepcionar. Y dirá: “Yo no soy un profeta; yo soy un hombre que trabaja el suelo, ya que ese es mi oficio desde mi juventud”. Y le dirán: “¿Qué son las heridas estas que tienes en tus manos?” Y dirá: “Son con las que fui herido en casa de aquellos a los que estaba apegado”.

“¡Espada! ¡Despiértate sobre mi pastor y sobre el varón compañero mío —declara Yahweh de los ejércitos—; hiere al pastor y será dispersado el rebaño, y haré volver mis manos sobre los menospreciados! [13] Y sucederá en toda la tierra —declara Yahweh de los ejércitos— que dos partes serán cortadas en ella y expirarán, pero el tercio será dejado en ella. Y traeré al fuego al tercio y los refinaré como se refina la plata, los probaré como se prueba el oro: él invocará mi nombre y le responderé diciendo ‘Ese es mi pueblo’, y él dirá ‘Yahweh es mi Dios’”…

He aquí que viene un día para Yahweh en que serán repartidos tus despojos en medio de ti. Y reuniré a todas las naciones contra Jerusalén para hacerle la guerra; la ciudad será tomada, despojarán las casas y dormirán con las mujeres; y saldrá la mitad de la ciudad al exilio; pero el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

Y saldrá Yahweh y peleará con aquellas naciones tal como el día en que peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el Monte de los Olivos que está enfrente de Jerusalén desde antaño; [14] y el Monte de los Olivos se partirá al medio hacia el oriente y hacia el mar, formando una cañada muy grande, y se apartará la mitad del monte hacia el norte y su otra mitad hacia el sur. Y ustedes huirán por la cañada de los montes, ya que la cañada de los montes llegará hasta Azal: huirán como huyeron por causa del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Y vendrá Yahweh mi Dios y todos los consagrados con él. Y sucederá en aquel día que la luz no será clara ni obscura: será un día, el cual es conocido por Yahweh, en que no será ni de día ni de noche; pero sucederá que al atardecer habrá luz. Sucederá en aquel día que saldrán aguas vivas de Jerusalén: la mitad de ellas hacia el mar anterior y la otra mitad de ellas hacia el mar ulterior: será en verano y en invierno.

Y será Yahweh por rey de toda la tierra. En aquel día, Yahweh será uno y su nombre uno. Se volverá toda la tierra como la estepa desde Gueba hasta Rimón, al sur de Jerusalén, y será enaltecida y habitada en su sitio, desde el portal de Benjamín hasta el lugar del portal primero, hasta el portal de las esquinas, y la torre de Jananeel hasta los lagares del rey. Y habitarán en ella y ya no habrá anatema, sino que Jerusalén será habitada en confianza.

Y esta será la plaga con la que Yahweh herirá a todos los pueblos que apostaron sus ejércitos [15] contra Jerusalén: su carne se pudrirá mientras aún están en pie, sus ojos se pudrirán en sus cuencas y sus lenguas se pudrirá en sus bocas. [16] Y sucederá en aquel día que habrá una gran confusión causada por Yahweh [17] entre ellos, y tomará de la mano cada cual a su camarada y levantará su mano contra la mano de su camarada. Y también Judá peleará en Jerusalén. Y será juntada la riqueza de todas las naciones de en rededor: oro, plata y vestimentas en gran abundancia. Y así será también, como esta plaga, la plaga del caballo, del mulo, del camello, del asno y de todos los animales que estarán en aquellos campamentos.

Y sucederá que todos los que hayan sido dejados de entre todas las naciones que vendrán contra Jerusalén subirán de año en año a adorar al rey Yahweh de los ejércitos y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y sucederá que aquellos de entre las familias de la tierra que no suban a Jerusalén para adorar al rey Yahweh de los ejércitos, no vendrá sobre ellos la lluvia. [18] Y si la familia de Egipto no subiese ni viniese, sobre ellos no vendrá la lluvia: vendrá la plaga con la que Yahweh herirá a las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Esta será la pena del pecado de Egipto y la pena del pecado de todas las naciones que no subiesen para celebrar la fiesta de los tabernáculos.

En aquel día, sobre la campanilla del caballo será grabada la inscripción «Consagrado a Yahweh», y serán las ollas en la casa de Yahweh como copones ante el altar. Y será toda olla en Jerusalén y en Judá consagrada a Yahweh de los ejércitos, y vendrán todos los que ofrezcan sacrificios y tomarán de ellas y cocinarán en ellas. Y en aquel día ya no habrá más comerciante [19] en la casa de Yahweh de los ejércitos.

 

Notas

[1] אלפים. Plural de אלוף, término cuya raíz אלף denota a un líder militar que tiene a cargo una tropa de mil hombres. Con bastante literalidad, el texto griego de la Septuaginta lo traduce con el plural de χιλίαρχος En el caso presente, me pareció mejor traducir «jefes» siguiendo el texto arameo del Targum y de la Peshitta, los cuales lo traducen, respectivamente, con el plural de רב y ܪܒ, cuyo significado es más bien el de «jefe» o «maestro».

[2] La expresión en este pasaje es un tanto oscura. El texto griego de la Septuaginta dice εὑρήσομεν ἑαυτοῗς τοὺς κατοικοῦντας Ιερουσαλημ ἐν κυρίῳ παντοκράτορι θεῷ αὐτῶν («encontraremos para nosotros mismos a los habitantes de Jerusalén en el Señor Todopoderoso, el Dios de ellos»). Por su parte, el Targum dice “hallaré salvación para los habitantes de Jerusalén en la palabra de Yahweh de los ejércitos, Dios de ellos”, mientras que la Peshitta registra “vencerán por sí mismos los habitantes de Jerusalén con Yahweh de los ejércitos, Dios de ellos”.

[3] Ver la nota anterior.

[4] מלאך יהוה. Se trata, con toda probabilidad, del mismo ángel o mensajero de Yahweh mencionado en Malaquías 3:1. Ver en esta misma serie mi traducción del libro de Malaquías, el cual constituye por entero otra de las «cargas» proféticas para el pueblo de Dios en el fin de la era.

[5] אלי.

[6] אשר־דקרו. El texto griego de la Septuaginta dice  ἀνθ᾽ ὧν κατωρχήσαντο («contra quien se burlaron»).

[7] עליו. El texto griego de la Septuaginta traduce en forma acorde el sufijo adjunto a la preposición en el texto hebreo. Por su parte, el texto siríaco de la Peshitta lo traduce como ܥܠܘܗܝ («por mí») a fin de hacerlo concordar con el sufijo presente en la cláusula anterior.

[8] Ver la nota anterior.

[9] משפחות משפחות. Literalmente, «familias de familias».

[10] Ver la nota anterior.

[11] No se trata aquí, más que probablemente, del padre y la madre que engendraron literalmente al tal hombre, sino de quienes lo introdujeron a las cosas de Dios, y más concretamente a la instrucción de Dios. El uso de dicha expresión en este último sentido no era extraño dentro del mundo judaico de tiempos del segundo templo. De ahí que en el Talmud se lea: “Si uno enseña al hijo de su prójimo la instrucción, la Escritura considera a esto lo mismo que si lo hubiese engendrado” (Sanhedrin 19b). Y así, el mismo apóstol Pablo, quien se expresaba a veces con la jerga de los tiempos en que había pertenecido a la secta de los fariseos, valiéndose de esta expresión en este mismo sentido, la utiliza en 1 Corintios 4:15 y en Filemón 1:10.

[12] Así en el texto hebreo. El texto griego de la versión Septuaginta dice, en cambio:  «lo atarán de pies y manos» (συμποδιοῦσιν αὐτὸν). El Targum de Zacarías convalida esta última lectura, ya que dice «lo prenderán» (ביה ייחדון). Por su parte, el texto de la Peshitta parece dar el sentido preciso de la expresión, ya que dice «le prohibirán» (ܢܐܣܪܘܢܗ), es decir que le prohibirán hablar engaño en el nombre de Dios.

[13] צערים. Aunque la raíz צער significa propiamente «ser o volverse insignificante o pequeño», su forma adjetiva צעיר se aplica también a quien es el más joven de un grupo. Su sentido metafórico —y el que adopto en esta traducción— es el de ser menospreciado, desestimado, tal como suele suceder con los integrantes más jóvenes de los grupos familiares a la hora de dirimir los asuntos importantes.

[14] קדם. Aunque este término suele traducirse correctamente como «este» u «oriente», en el caso presente elijo su otra acepción de «antiguo» o «antaño», ya que, por un lado, va precedido por la partícula preposicional מ («desde») y, por el otro, más adelante en el mismo versículo se menciona dicho punto cardinal utilizando su otra designación, a saber, מזרח, la cual lo vincula con el lugar por donde asoma el sol.

[15] צבאו.

[16] En el texto hebreo, este término se encuentra formulado en singular.

[17] מהומת־יהוה רבה.

[18] Ver nota 16.

[19] כנעני. Literalmente, «cananeo». La identificación metonímica de los cananeos con la actividad comercial se debe, sin duda, a la presencia, en la tierra de Canaán, de los fenicios, los cuales tenían, ya hacia primer milenio a. C., una primacía absoluta del comercio en todo el Mediterráneo y fundaron, de hecho, la más grande —si no la única— talasocracia de la Antigüedad.

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