El Salmo 49 de los hijos de Córaj, referido a la condición humana y su destino natural, presenta un asunto bastante claro. Se trata, concretamente, del contraste entre quienes se jactan de haberse enriquecido durante su vida y de haberse forjado una posición en base a la propia pericia y a la propia pujanza, por un lado, y el Cristo, por el otro. Los primeros no podrán escapar por sí mismos al destino común de la humanidad mortal —esto es, el Seol—, mientras que el segundo será librado por Dios, quien lo hará el señor de la era venidera.
De autoría de David y citado uno de sus pasajes por el apóstol Pablo en los comienzos de su anuncio de las buenas nuevas de Jesucristo a las naciones, el Salmo 16 constituye uno de los más antiguos testimonios del espíritu del Cristo en lo tocante a su liberación, por parte de Yahweh, del orden de cosas presente, representado aquí por el Seol. Aludiendo alegóricamente a un loteo de tierras, el salmista contrasta la suerte de aquellos que se afanan en pos de los cultos idolátricos de muerte y la de quienes han sido consagrados para servir al Dios vivo.
El capítulo 38 del libro del profeta Isaías documenta un escrito harto profético compuesto por Ezequías, rey de Judá del linaje de David, luego de que se recobrara de una enfermedad de muerte que le enviara Yahweh. Su contenido, en efecto, evidencia una serie de temas que tienden un puente entre algunos textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, más concretamente entre algunos salmos y un célebre dicho de Jesús a uno de sus principales discípulos en el evangelio de Mateo, el cual ha sido durante ya tantos siglos objeto de disputa entre las tres principales ramas de la cristiandad.
El carácter profético de todas y cada una de las composiciones que integran el libro de los Salmos resulta patente a la vista de cualquiera que las haya frecuentado con un ojo alumbrado por el Espíritu. En el caso del salmo 88 —y tal como sucede con el resto de las composiciones atribuidas a los hijos de Córaj, quien descendiera vivo al Seol luego de su rebelión contra Moisés en el desierto—, su tema es el de la prolongada estadía en una condición cuyo autor equipara con la muerte y de la que sólo Yahweh es capaz de rescatar.