A los filipenses
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Enviada por Pablo desde su prisión en Roma, la carta a los filipenses combina dichosamente una serie de detalles que hacen a la situación de su autor, a la de sus acompañantes y a la de sus destinatarios con uno de los pasajes más sorprendentes de todo el Nuevo Testamento: aquel en que, casi como al pasar, al instar a los filipenses a imitar al Cristo Jesús en su desprendimiento y en su humildad, Pablo identifica a este con Yahweh, algo que el cristianismo occidental parece no haber podido —o siquiera deseado— abordar cabalmente durante tantos y tantos siglos transcurridos.