Etiqueta: profecía

Rut

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Parte integrante de la colección que compone los Escritos —tercera y última sección de los textos hebreos y arameos de las Escrituras—, el libro de Rut constituye un ejemplo conspicuo de intertextualidad profética. Sus vínculos con el Salmo 45 y con el Cantar de los Cantares —entre otros textos— son, además de innegables, un firme señalamiento del carácter y de los temas de la era que viene: la redención de la iglesia por parte del Cristo, así como también su matrimonio y su descendencia como preámbulo de la renovación de todas las cosas durante su reinado sobre la tierra.

Eclesiastés

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Lejos del ejercicio poético-filosófico más bien pesimista que la tradición judaica y cristiana vieron en él por más de dos milenios, el libro del Eclesiastés constituye un ejemplo de primer orden de las misteriosas formas en que el Espíritu de Dios comunica aquello a lo que el Apocalipsis llama «los asuntos de la profecía». Su lector ideal verá, entonces, cumplido ante sus propios ojos, aquel dicho de Jesús en el evangelio de Juan según el cual el viento sopla donde quiere, sin que se sepa de dónde viene ni adónde va, un dicho inspirado en las palabras del propio Eclesiastés.

Judas

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La breve carta atribuida a Judas —hermano carnal de Santiago y del propio Cristo Jesús— se constituye en uno de los textos más misteriosos del Nuevo Testamento, sólo superada por el evangelio de Juan, las tres cartas atribuidas a este y, desde luego, el mismo Apocalipsis. En efecto, tanto sus alusiones y glosas de libros extra-canónicos (concretamente, el Libro de Enoc y la así llamada «Asunción de Moisés») como ciertas formas de dirigirse a sus destinatarios (“nuestra común salvación”), sugieren que la carta fue redactada mayormente para alcanzar a aquellos que estarían leyéndola hacia el final de la presente era.

3 Juan

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Las muchísimas coincidencias temático-lingüísticas que presentan el evangelio y las tres cartas de Juan no habrán pasado desapercibidas para cualquiera que ha estudiado dichos textos con un mínimo de atención. En cambio, nadie parece haber reparado en la significación de los mismos, especialmente en su vínculo profético con el libro de Apocalipsis. Todos ellos constituyen, en efecto, una suerte de puente temporal y generacional entre el siglo primero y el período previo al final de la era, es decir, nuestros propios días, luego de los cuales el Hijo de Dios reinará junto a los suyos desde el monte de Sión.

1 Juan

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Las muchísimas coincidencias temático-lingüísticas que presentan el evangelio y las tres cartas de Juan no habrán pasado desapercibidas para cualquiera que ha estudiado dichos textos con un mínimo de atención. En cambio, nadie parece haber reparado en la significación de los mismos, especialmente en su vínculo profético con el libro de Apocalipsis. Todos ellos constituyen, en efecto, una suerte de puente temporal y generacional entre el siglo primero y el período previo al final de la era, es decir, nuestros propios días, luego de los cuales el Hijo de Dios reinará junto a los suyos desde el monte de Sión.

Santiago

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La carta de Santiago —atribuida al hermano de Jesús que fuera líder de la congregación de Jerusalén— ha entrado en la modernidad de la mano de la falsa y estéril dicotomía “fe versus hechos”, suscitada en torno a los escritos luteranos. Sin embargo, quienes han participado siempre en dicho debate han pasado completamente por alto —de uno y de otro lado— algunos groseros malentendidos propiciados por traducciones clásicas del documento que, desestimando otras posibilidades ciertas de traducción, contradicen a los testimonios del resto de las Escrituras respecto de Dios y su relación con la puesta a prueba de la fe.

13. Cuando la verdad se manifieste…

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Desde siempre —y debido a ciertos dichos del Señor, de sus profetas y de sus apóstoles—, la cristiandad en su conjunto ha anticipado una gran división que, en torno al Cristo, tendría lugar en los últimos días de la era. ¿Pero qué es, exactamente, aquello que provocaría dicha división?