Entre los masquilím atribuidos a David, el Salmo 52 se inspira en la ocasión en que Doeg el idumeo fue a delatar ante el rey Saúl la presencia de David en lo de Ahijeléj, sacerdote de Nob que lo acogiera junto con sus hombres, proveyéndolo de alimento y de la espada de Goliát, el gigantesco campeón filisteo a quien una vez diera muerte David y que se hallaba precisamente allí. Este salmo es en verdad una profecía acerca de la caída de Edom en el fin de la era, previamente a la instauración del reino de Dios sobre la tierra.
El título de encabezamiento del Salmo 54 identifica con bastante elocuencia el asunto que lo inspirara. Se trata de un episodio en la vida de David de cuando el rey Saúl lo buscaba para matarlo, ocasión en que los de Zif fueron a delatar ante este la presencia en su territorio de aquel a quien tan obsesiva y fieramente perseguía. Esta circunstancia, seguida de que David pudo burlar nuevamente a Saúl y distinguir a los zifitas por lo que eran, es la que habría hecho de este salmo un masquíl, es decir, una composición para bridar o inspirar el discernimiento.
El trasfondo profético del salmo 53 es el de un tiempo en el que el pueblo de Dios se encontraría diezmado por el enemigo. Su autor traza en él una semblanza de este último y la contrasta con el estado de indefensión en el que Yahweh, en su absoluta soberanía y a manera de dura disciplina, sumiría a su pueblo previamente al fin de la era presente. Es precisamente este contraste que predomina a lo largo del salmo el que augura la salvación del pueblo al final de este proceso, una vez que los propósitos de Yahweh se hubiesen cumplido.
Como un perfecto complemento del Salmo 96 y del mensaje que este contiene para aquellos que serían redimidos para Dios y que seguirían al Corderito que protagoniza el libro de Apocalipsis por dondequiera que éste fuera, el Salmo 98 parecería continuar con dicho tema, aunque se trataría, en este caso, más concretamente del mensaje que los redimidos llevan por todo el mundo. ¿Qué es lo que vendría a sugerir todo esto, sino que la nueva canción sólo la podrán cantar los redimidos del Corderito, pero que no hay impedimento alguno para que la escuchen todos los términos de la tierra?
Dentro del grupo de los salmos que celebran el comienzo del reinado de Yahweh en la tierra, el Salmo 96 tiene un lugar muy especial, ya que alude a aquella nueva canción a la que hacen referencia algunos otros salmos, el libro del profeta Isaías y —muy especialmente— el libro de Apocalipsis, el cual registra la visión dada oportunamente a Juan. Esto último sugiere, por lo tanto, que aquellos a quienes el salmista se dirige proféticamente son los que serán redimidos para Dios en los días por venir a fin de reinar junto a su Hijo en el monte Sión.
A diferencia del resto de los que comparten su tema principal, el Salmo 99 —otro salmo apoteótico de Yahweh que celebra el reinado de este en la tierra— dirige la mirada hacia el trato de Dios con su pueblo, mayormente mediante alusiones a los días del tabernáculo de reunión, en los tiempos en que se aparecía a Moisés y a Aarón sobre los dos querubines que adornaban el propiciatorio del arca del pacto. Este último tiene, a su vez, reminiscencias del Día de la Expiación, en el cual la justicia de Yahweh aun se manifestaba en tipos y en sombras.
Entre los salmos que presentan la apoteosis de Yahweh sobre la tierra, el Salmo 97 está especialmente imbuido del espíritu de la profecía, proveyendo, como es su caso, tantos y tan amplios testimonios, los cuales llegan hasta los mismísimos libros del Génesis y del Apocalipsis, amén de los libros de los profetas, como es el caso de Isaías y de Miqueas. La visión que presenta el salmo es múltiple: la alegría y el regocijo de los que aman a Yahweh al experimentar su liberación y la humillación de los que adoran meras estatuas son apenas algunos detalles de la misma.