En su contundente unicidad temática, el salmo 20 rezuma poderosas declaraciones orientadas hacia el final de la presente era, esto es, hacia el tiempo en que Yahweh intervendrá decisivamente a favor de su pueblo en medio de una situación angustiosa que, vista desde una perspectiva meramente humana, no tendría salida alguna. En él, el lector avezado a las formas en que Dios se mueve reconocerá, sin duda, dos temas que atraviesan las Escrituras de principio a fin, a saber: la victoria asegurada de quienes confían plenamente en Él y la inevitable derrota de quienes lo hacen en sus propias fuerzas.
En su manifiesta brevedad y en la aparente simpleza de sus dichos, el salmo 95 es uno de los más significativamente proféticos de toda la colección que compone al libro de los Salmos. Su tema es el reposo de la era por venir destinado para todos aquellos del pueblo de Dios cuyo corazón se encuentre bien dispuesto. De ahí que lo hiciera uno de sus temas principales el autor de la Carta a los hebreos, un texto crucial del Nuevo Testamento que se encuentra pletórico de advertencias para aquellos que integrarían dicho pueblo en los últimos días de esta era.
En su titulación clásica, las ediciones occidentales de la Biblia suelen circunscribir la «carga de Babilonia» al capítulo trece del libro del profeta Isaías. Al hacerlo, pasan por alto que el capítulo catorce —que contiene una burla contra el rey de Babilonia en la que se ha originado el mito del ángel caído al que el mundo occidental llama unánimemente Lucifer— es también, con toda probabilidad, una parte integral de dicha «carga». Por lo tanto, dando cierre a esta serie que he dedicado a las «cargas proféticas», publico aquí mi traducción anotada de ambos capítulos de la «carga de Babilonia».
El trasfondo profético del salmo 14 es el de un tiempo en el que el pueblo de Dios se encontraría diezmado por el enemigo. Su autor traza en él una semblanza de este último y la contrasta con el estado de indefensión en el que Yahweh, en su absoluta soberanía y a manera de dura disciplina, sumiría a su pueblo previamente al fin de la era presente. Es precisamente este contraste que predomina a lo largo del salmo el que augura la salvación del pueblo al final de este proceso, una vez que los propósitos de Yahweh se hubiesen cumplido.