Categoría: SALMOS

Salmo 17

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La oración de David que configura al Salmo 17 es, en más de un sentido, una continuación del salmo que lo precede. En efecto, en este último, el espíritu de la profecía adelanta que el Cristo sería librado de la corrupción propia del Seol, mientras que en el que nos ocupa anticipa su transformación a la semejanza de Yahweh. En este último sentido, el salmo establece un contraste entre aquellos que se sienten a sus anchas con la vida perecedera de la era presente y el siervo del Señor, cuya mira está puesta en la vida de la era venidera.

Salmo 16

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De autoría de David y citado uno de sus pasajes por el apóstol Pablo en los comienzos de su anuncio de las buenas nuevas de Jesucristo a las naciones, el Salmo 16 constituye uno de los más antiguos testimonios del espíritu del Cristo en lo tocante a su liberación, por parte de Yahweh, del orden de cosas presente, representado aquí por el Seol. Aludiendo alegóricamente a un loteo de tierras, el salmista contrasta la suerte de aquellos que se afanan en pos de los cultos idolátricos de muerte y la de quienes han sido consagrados para servir al Dios vivo.

Salmo 13

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Atribuido en su título a David, el Salmo 13 forma parte de una serie integrada por varios salmos en la que proféticamente, en el fin de la era, el siervo del Señor derrama toda su ansiedad respecto del tiempo de su liberación, denostando el desgastante efecto que la aparente demora de Yahweh tiene sobre su vida y su ánimo a diario. Es esta profunda conciencia del espíritu acerca de la debilidad de la propia naturaleza humana la que establece la clave de este clamor a Yahweh, en que su siervo le recuerda indirectamente su promesa de salvarlo de la muerte.

Salmo 10

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Con cierta afinidad respecto de la composición que lo antecede en el orden del Libro de los Salmos, el Salmo 10 se centra en la fragilidad sin remedio de la naturaleza humana y explora uno de sus casos más comunes. El impío —que de este se trata— es ante todo alguien que se recuesta sobre sus propios sentidos a la hora de discernir a Dios. Y como dichos sentidos no están sino volcados hacia la animalidad de una vida voraz y codiciosa, muy pronto pierde todo temor, volcando así toda su ciega rapacidad sobre las vidas de los más débiles.

Salmo 9

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Atendiendo al título que encabeza su texto hebreo original—el cual alude a «doncellas», el Salmo 9 remite la atención del lector al Salmo 46, con la salvedad de que este último se encuentra enunciado desde un plural, mientras que en el primero es sólo uno el que habla, a saber, David. El tema de ambos salmos es, por lo demás, el de la derrota de las naciones que irían en contra de Yahweh y de su pueblo en el final de la era, en el tiempo previo en que Sión sería establecida como asiento de juicio de la humanidad.

Salmo 115

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De manera bastante clara para quienes tengan algún entendimiento, el salmo 115 se refiere al final de la era, es decir, a los días previos en que la vida del Hijo de Dios se manifestaría en la tierra. De ahí que establece una suerte de contundente dicotomía entre aquellos que en tales días pondrían su confianza en el Dios vivo que lo ha hecho todo y quienes, por el contrario, insistirían en confiar en toda hechura humana, conformando así el bando de los aferrados a la inepta (¡pero conocida!) experiencia de muerte que perseguirán hasta el fin en su actitud.

Salmo 77

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En una colección especial e íntimamente tan profética como es el Libro de los Salmos, el Salmo 77 ocupa un lugar muy destacado. Su tema parecería agotarse en las proezas y maravillas de Dios en los días antiguos, en los que liberó a su pueblo de Egipto con mano poderosa. Sin embargo, todo esto no es sino parte de una meditación del siervo del Señor en medio de la angustia y el pesar reinantes en los últimos días de la era presente, en que la liberación se ha vuelto tan necesaria como entonces, si es que no aún mucho más.