Etiqueta: Yahweh

Sofonías

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El libro de Sofonías fue compuesto en base a un asunto recibido por el profeta homónimo hacia mediados del siglo noveno a. C. Sin embargo, nada de lo anunciado en él se refiere a otra cosa que no sea el portentoso día de la ira de Yahweh, tiempo en el que tanto su pueblo como las naciones circundantes recibirían la retribución debida a sus actos como preámbulo de aquello a lo que el apóstol Pedro llamara la «restauración de todas las cosas». Se trata, en definitiva, de una visión acerca de nuestros propios días, los ultimísimos de la presente era.

Salmo 87

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Dentro de los salmos listados entre los atribuidos a los hijos de Córaj, el salmo 87 es, en toda su brevedad, un tanto desconcertante, ya desde el sujeto de la frase que le da inicio. Lo mismo puede decirse de la mención de Rahab —nombre poético y profético que se aplica a Egipto—, de Babilonia, así como también de Filistea, de Tiro y de Cush, una mención que no deja de dar la impresión de una breve y arbitraria enumeración caótica. Desde luego, nada hay de arbitrario ni de caótico en este bello aunque críptico salmo referido a Sión…

Salmo 142

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El salmo 142 refleja el momento de la gran encrucijada en la vida de David, a la vez que se constituye en el último de los masquilim —las «composiciones para ser discernidas»— del libro de los Salmos. En él, vemos al futuro rey de Israel ocultándose en la cueva de Adulam, en su huída de la furia y los celos asesinos de su antecesor Saúl, grandemente angustiado y abatido por su pasado y con gran desorientación e incertidumbre respecto del futuro que Dios mismo le había augurado al enviar a Samuel a ungirlo como rey en medio de sus hermanos.

Salmo 46

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El tema del salmo 46 es la temprana protección que, en un tiempo de extrema convulsión entre las naciones, hallarán en Dios quienes están destinados a entrar en su ciudad una vez que esta sea establecida en la tierra. La indicación en el título que lo encabeza en el texto hebreo tiene todo el sabor de los ciento cuarenta y cuatro mil que en el libro de Apocalipsis siguen al Corderito por donde quiera que va, aquellos que han sido los únicos capaces de aprender y entonar la nueva canción que dará paso a la ya tan cercana era venidera.

Salmo 27

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Dentro de la colección de los salmos de David, el salmo 27 es sin duda uno de los más sorprendentes desde un punto de vista meramente humano. En él, Yahweh se nos muestra no sólo como un Dios providencial —salvador y protector desde el corazón mismo del misterio—, sino también como un Dios que se deleita en alojar en su casa a los desvalidos y los abandonados de la tierra que lo tienen a él como su única esperanza. Es a estos, entonces, que se complace en atraerlos y en guiarlos, muy íntima y personalmente, hacia el destino más dichoso.

Salmo 144

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El salmo 144 aborda proféticamente un momento sumamente álgido que tendría lugar en el final de la presente era, en el tiempo en que surgiría aquella canción nueva sobre la que puede leerse en algunos otros salmos, en el libro del profeta Isaías y en el libro de Apocalipsis, del cual podría decirse que es motivo principalísimo. Dicho momento consiste aquí en el conflicto, aún no resuelto, entre todo aquello que dicha nueva canción traerá al mundo en forma misteriosa y aquello otro que quienes no pueden aprenderla —ni mucho menos entonarla— se empeñarían en ofrecer como su espurio sucedáneo.

Salmo 41

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Como el de varios otros salmos dedicados «Al director» en los títulos que los encabezan, el salmo 41 refiere un período de expectativa que transcurre en medio de la debilidad y el abatimiento a la vez que se adentra, con los ojos de la fe, en la era venidera, en la que el Cristo ejercerá su reinado de misericordia, juicio y justicia sobre la tierra. Se trata este de un esquema que reproduce inconfundiblemente la fe del anciano Abraham, quien antepuso su expectativa fundada sobre las promesas de Dios a aquella otra expectativa que le dictaban sus propios sentidos humanos.