Etiqueta: Hijo de Dios

Salmo 67

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El Salmo 67 es una suerte de complemento del Salmo 61, ya que ubicado proféticamente en los albores de la era venidera formula en plural el asunto que en este último adquiere la singularidad propia del siervo del Señor. Se trata, más concretamente, de una canción de celebración que presenta similitudes con los salmos apoteóticos de Yahweh en los que se menciona la nueva canción que el pueblo de Dios llevaría a las naciones, no solamente a manera de buenas nuevas, sino también como medio para que las mismas reconociesen, al fin, el camino de Dios representado en su Hijo.

Salmo 97

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Entre los salmos que presentan la apoteosis de Yahweh sobre la tierra, el Salmo 97 está especialmente imbuido del espíritu de la profecía, proveyendo, como es su caso, tantos y tan amplios testimonios, los cuales llegan hasta los mismísimos libros del Génesis y del Apocalipsis, amén de los libros de los profetas, como es el caso de Isaías y de Miqueas. La visión que presenta el salmo es múltiple: la alegría y el regocijo de los que aman a Yahweh al experimentar su liberación y la humillación de los que adoran meras estatuas son apenas algunos detalles de la misma.

Salmo 93

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Dentro del grupo de los salmos apoteóticos, el Salmo 93 contiene algunas declaraciones proféticas de lo más alentadoras para nuestros días, en los que el mundo entero se ha vuelto un caos, dando la impresión de estarse tambaleando junto con sus habitantes. Y es que en la era que viene, pronta a comenzar, Dios reinará de una forma visible y contundente sobre la tierra representado por su Hijo, tal como también lo avizoraran todos los profetas. Tal es, por otra parte, la visión que alienta en todas las Escrituras y que constituye propiamente las buenas nuevas del reino de Dios.

Salmo 89

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No sería exagerado afirmar que el Salmo 89 es uno de los textos principalísimos que configuran todo aquello que se ha dicho y podría decirse acerca del Cristo. Ello se manifiesta muy claramente en el lugar que algunos de sus pasajes tienen en el mismísimo libro de Apocalipsis, el cual corona a todo el asunto del que habla el resto de las Escrituras. Sin embargo, el cristianismo todo nunca ha dejado de ver su contenido y el de otras profecías como a través de un vidrio esmerilado, algo que pronto dejará de ser para dar lugar a lo perfecto.

Salmo 82

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Citado en un conocido pasaje del evangelio de Juan, el Salmo 82 ha sido desde siempre un enigma para todos los estudiosos de las Escrituras —tanto del campo religioso como del estrictamente académico—; esto, cuando no ha dado lugar a algunas serias aberraciones dentro de ciertas sectas de inspiración gnóstica y de lo que hoy podría identificarse como las nociones generales de la Nueva Era. Todo ello se ha debido, en gran medida, al sentido que debería asignarse a la palabra hebrea elohim en dicho salmo y sólo se resolverá cuando su protagonista tome su lugar en la tierra.

Salmo 87

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Dentro de los salmos listados entre los atribuidos a los hijos de Córaj, el salmo 87 es, en toda su brevedad, un tanto desconcertante, ya desde el sujeto de la frase que le da inicio. Lo mismo puede decirse de la mención de Rahab —nombre poético y profético que se aplica a Egipto—, de Babilonia, así como también de Filistea, de Tiro y de Cush, una mención que no deja de dar la impresión de una breve y arbitraria enumeración caótica. Desde luego, nada hay de arbitrario ni de caótico en este bello aunque críptico salmo referido a Sión…

Salmo 144

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El salmo 144 aborda proféticamente un momento sumamente álgido que tendría lugar en el final de la presente era, en el tiempo en que surgiría aquella canción nueva sobre la que puede leerse en algunos otros salmos, en el libro del profeta Isaías y en el libro de Apocalipsis, del cual podría decirse que es motivo principalísimo. Dicho momento consiste aquí en el conflicto, aún no resuelto, entre todo aquello que dicha nueva canción traerá al mundo en forma misteriosa y aquello otro que quienes no pueden aprenderla —ni mucho menos entonarla— se empeñarían en ofrecer como su espurio sucedáneo.