Etiqueta: Yahweh

Salmo 81

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En los misteriosos términos del lenguaje y del testimonio profético que domina por completo el Libro de los Salmos, el Salmo 81 reúne el pasado, el presente y el futuro del pueblo de Dios en un único punto de enfoque. Siendo la salida del pueblo de la tierra de Egipto el tema que implícitamente lo recorre —y por ende, también, la Pascua, la principal festividad del antiguo Israel—, en él Dios reconviene al pueblo que vive en el final de la era, recordándoles lo sucedido en el pasado remoto y sugiriéndoles la cercanía de otro éxodo, esta vez definitivo.

Salmo 84

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Con un lenguaje simbólico propio de las declaraciones proféticas, el Salmo 84 representa a la vez una alabanza de la bondad de Yahweh y una confesión de amor por él de parte de su siervo. La visión que se despliega en sus líneas es la de la era que viene, cuando Yahweh visitará a la humanidad en una manera muy especial para enjugar toda lágrima de los ojos de quienes han confiado en su salvación aun antes de verla consumada sobre la tierra, de aquellos que han transitado su vida con integridad y en cuyos corazones hay holgura de esperanza.

Salmo 85

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Dentro de la serie de salmos atribuida a los hijos de Córaj, el Salmo 85 porta consigo una gran revelación dada como al pasar. En efecto, mientras que el mismo parece tratar principalmente sobre el ruego del pueblo dirigido a Yahweh en pos de su restauración, lo que en verdad despliega —en figuras que sólo podría reconocer quien tuviese el tipo de discernimiento que procede del espíritu de Dios— no es otra cosa que el orden de la justicia para justificación de quienes irán a creer las buenas nuevas a anunciarse en nuestros propios días, los últimos de la era.

Salmo 91

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El Salmo 91 ha sido siempre para muchos una suerte de texto fetiche respecto de la protección de Dios en tiempos difíciles y aun calamitosos. Sin embargo, todos parecen haber pasado por alto que el tema dominante del mismo es la protección que al final de la era tendría el siervo del Señor, algo que sin duda confirma el hecho de que Satanás citara algunas de sus palabras al poner a prueba a Jesús, al final de su estada de cuarenta días en el desierto. Se trata, en definitiva, al igual que el resto de los Salmos, de una profecía.

Salmo 70

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El Salmo 70 reproduce en forma idéntica los últimos tramos del Salmo 40. Tal como lo deja entrever el titulo del encabezamiento, se trata, en realidad, de un recordatorio lanzado a Dios por su mismo siervo que previamente, en el último de los salmos mencionados, se expresara con palabras en extremo exultantes, una parte de las cuales se encuentra citada en la carta «A los hebreos» del Nuevo Testamento. Su carácter de recordatorio dirigido a Dios queda, de hecho, confirmado en la versión griega de la Septuaginta, donde se lee: “De David, como recordatorio para que me salve el Señor”.

Salmo 117

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De todos los salmos que componen el libro del mismo nombre, el Salmo 117 resulta ser el más breve, ya que está compuesto de sólo dos versículos. Sin embargo, el cuadro futuro que presenta es tan claro como glorioso: todas las naciones y todos los pueblos alabarán un día a Yahweh por su bondad para con su pueblo, la cual no es sino un ejemplo adelantado de su fidelidad para con todos los seres humanos a los que ha creado con tanto amor. En sus pocas palabras se encuentra, por lo tanto, compendiado su propósito para con toda la humanidad.

Salmo 116

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Dentro del grupo de los salmos que constituyen el Halel —esto es, los salmos 113 al 118, los cuales solían entonarse en Jerusalén durante las grandes festividades en los días del segundo templo— el salmo 116 ofrece un palpitante testimonio profético de las disquisiciones íntimas del siervo de Yahweh. Se trata de un salmo de agradecimiento por haber sido librado de la angustia mortal que se sigue de la conciencia de la propia impotencia humana para servir adecuadamente a Dios y para alcanzar la vida dichosa que este ha prometido a sus siervos y a todos los que lo aman.